Entrenadores: Julio Velasco (III)

Hacer de la debilidad una fortaleza

Nosotros somos un equipo como todos los equipos argentinos: de no gran estatura. No podemos jugar con el físico, tenemos que jugar con la técnica, con la inteligencia y con la táctica. Entonces, para nosotros es muy importante (como para todos los equipos, por otro lado), la recepción del saque. Que permita que el central, que es el jugador que juega al centro, salte al primer tiempo. ¿Por qué se llama primer tiempo? Porque es la primera pelota que se puede jugar. Éste es un juego que inventaron los japoneses en los años ’60 (es un país, obviamente, de jugadores bajos), para neutralizar el juego de los equipos rusos y alemanes que les ganaban.

Entonces, éste jugador [el central] salta antes o casi antes que el levantador toque la pelota. Esto hace que el central adversario esté preocupado de él, y le cueste después ir a bloquear a la punta si la pelota se juega en una punta o en la otra.

¿Cómo juega la mayoría de los equipos? El levantador si le da la pelota y el central [adversario] no salta, y éste atacante [central propio] juega una pelota rápida y es punto, piensa que ha hecho las cosas bien. Si en cambio le da la pelota y el central [adversario] salta y por ahí lo bloquea, piensa que ha hecho las cosas mal.

Esto es una cosa que nosotros trabajamos muchísimo: el problema no es sólo si salta o no salta, sino dónde salta. Si el levantador el primer tiempo se lo juega rápido acá [a la izquierda de posición 3] y éste jugador [central propio] entra en diagonal hacia posición 5 como diciendo, «mirá que voy a pegar acá [hacia posición 5],» y después pega ésta pelota [hacia posición 1], la pelota pasa limpia sin que éste jugador [central adversario] la toque, aunque haya saltado.

Entonces, yo insisto mucho en que organicemos el juego primero en las variaciones de esta pelota [primer tiempo al central] para no cargar tanto a las puntas, que no son de gran potencia y si juegan tantas veces el bloqueo al final va a tenerla mejor sobre ellos. Jugamos mucho ésta pelota [primer tiempo al central].

Sobre esta pelota jugamos lo que se llama la pipe (que tiene un nombre americano), que es una combinación por encima del central: pasa [la pelota] delante del central pero el central no la ataca porque viene acá atrás [a la izquierda de posición 3, separada metro y medio de la red]. Entonces éste jugador [zaguero] salta hacia adelante y la ataca.

Entonces, el bloqueo adversario tiene que estar preocupado: primero, «¿salto o no salto contra el primer tiempo?» Segundo, «¿dónde salto?» Tercero, «si salto y después viene la pelota acá [a la pipe]…» Y todavía no hemos hablado de las dos puntas.

Esto nos permite desarrollar un juego en el centro que hace que los equipos adversarios se empiecen a cerrar, y cuando se cierran entonces sí jugamos pelota rápida a las puntas. Por eso es que insistimos mucho en que, cuando tenemos la pelota bien, se cargue mucho el juego en la zona central de la red y eso nos permita hacer de nuestra debilidad (como decía el gran Johann Cruyff) un punto de fuerza. O sea, nosotros somos débiles físicamente pero tenemos que ser buenos en recepción y en el juego rápido.

Julio Velasco: Insistimos mucho en cargar el juego en el centro de la red y eso nos permite hacer de nuestra debilidad una fortaleza.

Cuando yo llegué acá hace tres años, había ganado San Lorenzo el campeonato. Entonces entrevistaban a los hinchas de San Lorenzo: «¿Por qué ganó San Lorenzo?» «Porque pusimos huevo

Ajá…

Otro: «¿Por qué ganó San Lorenzo?» «Porque pusimos huevo.» Todos igual… [risas]. Entonces, yo a los pibes de la selección les dije, «miren, yo vi esto y me hago ésta pregunta: ¿no habrán jugado bien al fútbol?»

Como mínimo, ¿no?

¿Qué significa «poner huevo» en el vóley o en el tenis? ¿O en un tiro libre de básquet? ¿Qué significa «tener huevo«? Je… En un tiro de básquet, «poner huevo» es que no te tiemble la mano, ¿viste? «Tic» [tirar] y meterla adentro. Por ahí marcando, podés «poner,” que sé yo, un poquito…

Sí, tirarte «de cabeza” a la pelota…

En el vóley te sacan, [simula una recepción] hace «ting» [pega en los brazos] y [se va a la] tribuna. «Y poné más huevo…» «Ting» [pega en los brazos] y [se va a la] tribuna. O sea, «poner huevo» también es estar tranquilo, manejar la situación, que la situación no te maneje a vos. Es más complejo de lo que la gente cree.

Y para estar tranquilo hay que jugar bien.

Juguemos bien. Yo creo que hay mucha gente que dice esto… yo trato de entender por qué lo dice. Piensa, «nosotros no tenemos mucho, no tenemos mucho pero si ‘ponemos huevo’ ganamos.”

Sí, sí, poner «pata firme,” «pata dura…”

Es que hay que tener mucho, y tener mucho no significa sólo tener a Agüero, Messi y Di María. Significa tener un juego, tener una estructura, tener las cosas claras, tener un ambiente ganador.

Y para el [que te ve desde] afuera va a parecer que «tenés más huevo.”

Claro.

El buen juego favorece la creatividad y favorece al «huevo.”

Lógico.

Esta cultura del éxito y del fracaso tan errónea. Ese concepto que viene y que baja de alguna parte de la sociedad o puede ser de algún deporte en particular también, que el segundo es el primero de los últimos, que si perdés finales sos «pecho frío.” A mí me encantaría ser «pecho frío” entonces, porque estar en la final es mucho más difícil que ganarla.

Nosotros somos los mejores o somos los peores. Nos agrandamos rápido y nos deprimimos rápido. El otro día cuando le ganamos a Brasil con la selección, estaba saliendo del hotel y llega una señora y me dice, «¿Ya le cantaron Brasil, decime qué se siente?” Y yo que soy muy transparente, mis asistentes que estaban ahí me dicen, «Tu cara era de ‘piña’.” Lo que pasa que era una señora para empezar, encima la mamá de un jugador…

Hace diecisiete años que no le ganamos a Brasil. Diecisiete. Le ganamos una vez en un partido que ni siquiera era una final… pero no se me cruza por la cabeza. No es que no lo hago por respeto, es que no se me cruza por la cabeza. Son los campeones olímpicos. Muy contentos estamos que aunque sea le ganamos ese partido. Ahora, después perdemos dos finales con Chile y no servimos más.

Ya no servís más, no…

Entonces… pará, no es ni una cosa ni la otra. O sea, mucha convicción [pero] sin arrogancia. ¿Por qué hay que ser arrogante para tener convicción? Yo noto que cuando hay gente que tiene que decir demasiado, es porque en realidad tiene unas dudas terribles. Que dudas tenemos todos pero [en esa gente hay] poca convicción. Si vos está convencido de que vas a ganar, ¿para qué vas a alardear? No digas nada, vas y ganás. Y si perdiste, bueno, [no pasa] nada.

Julio Velasco: "Poner huevo" en el vóley es estar tranquilo, manejar la situación, que la situación no te maneje a vos. Foto: DEPORTV
Julio Velasco: «Poner huevo» en el vóley es estar tranquilo, manejar la situación, que la situación no te maneje a vos. Foto: DEPORTV

Hay cosas del vóley que a mi me superan un poco, a pesar de estar tan cerca (es como un primo hermano, lo tenemos siempre). Por ejemplo, nosotros somos de estudiar mucho a los rivales, ya un poco exagerado. En el vóley la tecnología, el estudio, el scouting, ¿es tan trascendente, sobre todo a la hora de la alta competencia?

Sí, sí, ahora sí. Pero tengo que decir que ahí hubo mucha influencia de los americanos. Cuando los americanos entraron por primera vez en el primer nivel mundial, todo lo que era sistema de juego pero sobre todo estudio de los equipos adversarios y la cultura de la estadística, viene mucho de ellos.

Yo fui uno de los que copié a ellos, por ejemplo yo empecé a hacer estadística a mano en el ’82 porque no me confiaba de mí mismo. Quería ver si la apreciación subjetiva coincidía con la objetiva. Y después en Italia un muchacho hizo un programa que es el que ahora usan todos, incluso los americanos. Yo ayudé a éste muchacho a crearlo, la parte técnica digamos y luego se fue desarrollando y los entrenadores iban aportando cosas. «¿Y por qué no hace esto el programa?» «¿Y por qué no hace lo otro?»

El estudio de las direcciones de ataque viene del béisbol americano, me lo decía un entrenador de ese país.

Ah, mirá…

Empezó por los americanos pero hoy está muy difundido, también excesivamente.

Yo soy bastante estricto con mis cuerpos técnicos con el tema de la información. Hoy hay tantas posibilidades que a mí me parece que la sobre-información desenfoca. Y que la sobre-información constante del rival te hace correr el riesgo de perder identidad propia, de sentir que vos sos un anti-Rumania, anti-Brasil, anti-Polonia. Desde el juego en sí, pero incluso desde el mensaje es hasta ciertamente peligroso: «¡Protejámonos! ¡Cuidémonos! ¡Cuidémonos! ¡Cuidémonos!” Y si yo estoy todo el tiempo mandándoles el mensaje que lo que tenemos que hacer es protegernos del otro, estoy atacando a su propia naturaleza.

Estoy de acuerdo.

El tema de la presión y del estrés que genera el resultado mismo, la exposición cuando vos jugás con 7.000, 8.000 [personas y] ni hablar otros deportes [con] 30.000, 50.000 personas que están esperando que vos les des un título, un partido, algo. [Vos] viste lo que nos pasaba en Río [de Janeiro] era increíble. Entonces, tenés tantas cosas en la mano que te genera un estrés importante. Si vos perdés un partido o un título o te vas al descenso, no es que sólo te salió mal tu trabajo. Ahí está tu autoestima, tu ego, todo…

Sí, los de nosotros, los del grupo…

Cuando la pasión y el trabajo están en un sólo lugar, es peligrosísimo.

En el deporte no es suficiente hacer las cosas bien. Es más, no es suficiente hacerlas muy bien. Hay que hacerlas mejor que los demás. Y esto cambia todo. Porque vos sos médico y hacés las cosas muy bien, sos excelente y todos te dicen, «bárbaro» y qué sé yo, y hay diez médicos mejores que vos pero no te importa porque sos muy bueno. Y te va bien en la vida y en tu profesión, tenés reconocimiento, cobrás mucha plata y está todo bárbaro. En el deporte, si vos tenés diez mejores que vos, salís once, y ya no está bien.

Y sí, y seguramente sos bueno, pero…

Es así, porque si jugás en la liga A quiere decir que sos bueno. No sos un desastre, pero quedaste último.

La otra cosa, para mí, para sobrellevar éste estrés que significa eso [de] hacer las cosas mejor que los otros… Yo le digo a mis jugadores, «yo creo que la gente percibe, tiene la capacidad de percibir cómo es un equipo. Si un equipo da todo, juega con todo lo que tiene y la gente ve que no le alcanza para ganarle al otro porque el otro es más fuerte, la gente se identifica con el equipo. Si el equipo gana, se enamora del equipo, pero si el equipo pierde se identifica, porque a la gente normal le pasa eso.»

Hay equipos que transmiten eso y hay equipos que no lo transmiten. Yo incentivo a mis jugadores a que transmitan eso, pero para transmitirlo tiene que ser verdad, no se puede transmitir una cosa que es mentira. Tiene que ser verdad. Damos todo, nos «matamos,» hacemos todo lo que podemos… Y son mejores los otros, y bueno… nosotros hicimos todo.

No hay peor partido que uno perdió, que el que uno quiere volver a jugar. Ese te querés matar. ¿Por qué lo querés jugar de nuevo? Porque no hiciste todo lo que podías, por eso lo querés jugar de nuevo. Porque si vos hiciste todo lo que pudiste y te ganaron, vos no lo querés jugar de nuevo. Le decís, «dame tres meses» para mejorar, no lo querés jugar enseguida, al día siguiente. ¿Por qué querés jugarlo al día siguiente? Porque no estabas «a mil.» Eso la gente lo siente.


Buscar, cambiar, enseñar, son sólo algunos de los conceptos que llevaron a Julio Velasco a transformar cada equipo al que le tocó entrenar. Una carrera llena de títulos y sabiduría, que lo ubicaron como un referente del deporte a nivel mundial.

Si vos tuvieras que elegir el legado que le dejarías al vóley, ¿cómo te gustaría que te recuerden?

Mirá, a mí me dicen muchas veces, como seguramente te lo dicen a vos y a todos los entrenadores de selección que han llegado a un cierto nivel, «eh, pero vos tenés otra cabeza, vos…» Y yo siempre les digo lo mismo, «siempre he trabajado mucho.» Primer legado que quisiera dejar: hay que «laburar.» La segunda cosa: hay que saber de lo que uno habla.

El carisma, todas esas cosas de las que se habla… la columna sobre la que se apoya el carisma es que uno sabe mucho de lo que habla; después viene la personalidad, el carácter, todas cosas que completan, pero hay que saber.

Y para saber hay que abrirse, no hay que cerrarse en la verdad [propia], «yo gané con esto, entonces esta es la verdad.» Hay que abrir el juego porque ese es un mensaje a los jóvenes también. Yo no quiero… todos me piden, «bajá línea a toda la Federación.» No, yo no quiero, pero no es que no quiero por modestia. Yo creo que el modo en que lo hago yo es el mejor; a ver, para decirlo claro, sino no lo haría, haría otro.

No creo en los seguidores, no creo en los seguidores. No creo que uno que dice, «yo pienso todo como Velasco» sea mejor que uno que diga, «a mí hay un montón de cosas de Velasco que no me gustan, de como entrena.» Por ahí ese que no está de acuerdo conmigo es mejor que el otro. Por ahí éste que está de acuerdo en todo conmigo es malo como entrenador, está solamente de acuerdo.

Entonces, no hay que crear la cosa de los seguidores. Hay que crear, como en la cultura, hay que crear muchas cosas diferentes en el deporte. Yo no quiero una línea en el vóley, yo quiero que haya muchas líneas pero quiero que haya muchos buenos entrenadores, que haya muchos buenos jugadores, no importa que tengan diferencias.

Nadie va a enseñar a pegarle a la red. Van a enseñar a jugar bien al vóley, con ideas distintas. Si Argentina ([esto] lo traté de hacer también en Italia y en parte lo logré) logra cambiar eso y no hablar mal del otro («porque yo tengo la verdad, entonces el que no la piensa como yo…”) yo creo que sería bueno para el voleibol argentino, muy bueno.

¿Qué define a Julio Velasco? Foto: DEPORTV
¿Qué define a Julio Velasco? Foto: DEPORTV

Si tengo que definir a Julio Velasco: un tipo que te va a mover las estructuras. Siempre dice que al que trabaja mucho le ponen el mote de obsesivo. Y dice, «¿por qué? Solamente trabaja mucho.»
—Martín De Rose, periodista deportivo especializado en vóley.

El «laburo,» la cantidad de horas que trabaja. En eso Julio le da un valor agregado a su trabajo porque trabaja más que el resto.
Waldo Kantor, ex-jugador de la Selección Argentina de vóley.

La llegada de Julio fue un cambio importante desde el momento en que él es sumamente detallista, intenso. Esa intensidad que él imprimió sobre el equipo creo que fue muy importante para no hacer las cosas más o menos bien, sino que hacerlas realmente bien.
Facundo Conte, jugador de la Selección Argentina de vóley.

Tengo una anécdota que me acuerdo. Un día voy caminando del vestuario a la cancha, me para y me dice, «no te pusiste las plantillas para entrenar.” Le digo, «no Julio, tengo una plantilla rota.” Me dice, «¿y cuando te la vas a poner?” «Y bueno, cuando me la entreguen,” le digo. «No me entrenes mal por las plantillas, porque yo sé cómo empieza esto.” Entonces, él tiene esas cosas que vos decís, «¿cómo sabe esto?” O sea, tiene ese ojo (que le digo yo «biónico”) que sabe todo y se da cuenta de todo con solamente verte o solamente verte elongar, solamente hacer los preventivos, o como tocás la pelota.
Luciano De Cecco, capitán de la Selección Argentina de vóley.

Es un tipo muy carismático y por sobre todas las cosas es un docente. Puede repetir las cosas quinientas veces, de la misma manera, con el mismo tono. El jugador lo escucha y [él] habla, y habla. Me parece que esa es su característica fundamental.
—Hernán Ferraro, asistente de Julio Velasco en la Selección Argentina.

Es líder por naturaleza. Tiene un reconocimiento internacional que no lo tiene nadie. Eso te eleva y te pone en un lugar más de privilegio y de respeto, por el sólo hecho de tenerlo sentado en el banco.
—Paula Casamiquela, entrenadora de vóley.

Hace que todo se vaya para arriba. Tiene la capacidad, por formación y experiencia, de acomodar las cosas. Vos que lo escuchás te acomodás, le creés y confiás.
—Alejandro Coccia, periodista deportivo.

Cualquier jugador que vos le preguntes, «¿quién te gustaría que te entrene en fútbol?” te diría «Guardiola.” Si vos decís, «¿en vóley?” en cualquier lugar del mundo te dicen «Velasco.”
—Paula Casamiquela, entrenadora de vóley.

Sabe que si nosotros hacemos las cosas bien, como él quiere o como él ve el vóley, la Argentina va a subir ese escalón. Y bueno, creo que en estos años hemos levantado un poquito la antena (como decimos nosotros al nivel del equipo) para mejor.
—Luciano De Cecco, capitán de la Selección Argentina de vóley.

El legado que va a dejar Julio Velasco es que, para llegar a un determinado lugar, si no es al máximo no llegás nunca.
—Martín De Rose, periodista deportivo especializado en vóley.

Me parece que Julio sí le da al equipo una tranquilidad importante desde el punto de vista del juego. De que el equipo tiene claro a qué jugar, cómo jugar.
—Hernán Ferraro, asistente de Julio Velasco en la Selección Argentina.

Es concreto, conciso, pocas palabras, pocas cosas, muy claras. Sabés hacerlo que juegue bien, sabés hacer que gane tu equipo, sabés hacer mejorar a tus jugadores, punto. Creo que desde ahí, es el legado que deja Julio.
—Waldo Kantor, ex-jugador de la Selección Argentina de vóley.


La verdad que fue súper rico. Ese mensaje está llegando al vóley, definitivamente está a la vista que ya llegó y que lo están disfrutando y ojalá que tengan el éxito que cualquier deporte merece, porque si hay algo sano que tenemos en la sociedad es el deporte. Así que, nada, una vez más agradecidísimo.

Gracias a vos.

Espero cruzarte tantas veces podamos y seguir aprendiendo de vos.

Gracias.


Esta entrevista se emitió originalmente en DEPORTV

Sergio Hernández. Foto: Juano Tesone
Sergio Santos Hernández
Entrenador de básquetbol

Sergio Santos Hernández es un entrenador de básquetbol profesional de origen argentino. Como entrenador principal ganó numerosos títulos a lo largo de su carrera, incluyendo 6 campeonatos de la LNB, 3 Copas Argentinas, un Campeonato Sudamericano de Clubes, una Liga Sudamericana y 2 campeonatos de la Liga de las Américas. Fue entrenador principal de la selección masculina de Argentina entre 2005 y 2010, participando en los mundiales de 2006 (4º) y 2010 (5º), el FIBA Diamond Ball 2008 (campeón) y en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 (3º). Deja la selección argentina en 2010, pero regresa como entrenador asistente para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Posteriormente regresó como entrenador principal de Argentina para el Campeonato FIBA Américas de 2015 (2º), los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 (8º), los Juegos Panamericanos 2019 (medalla de oro) y la Copa Mundial 2019 (2º). En 2018 se desempeñó como conductor del programa de televisión Entrenadores, en el cual entrevistó a destacados colegas del deporte argentino.