En esta entrevista le hemos pedido a Velasco explicar, de una manera simple, lo que quiere decir “enseñar a jugar” y porque es necesario plantear los entrenamientos siguiendo esta premisa. Hemos dividido el texto en párrafos que no obstante quedan muy entrelazados entre ellos, para que se pueda ilustrar desde diferentas ángulos este concepto, introducido y explicado por los americanos, siendo la base de su metodología de trabajo.
Experimentar el juego
Siguiendo un patrón de análisis muy extendido, se piensa que para enseñar voleibol se parte de los fundamentos y que, juntando los fundamentos, se llega al juego. No estoy de acuerdo: porque esta no es la realidad de ningún jugador, ni siquiera de uno de minivóley. Lo que de verdad ocurre en la situación real, es que se parte del juego: así que nosotros como entrenadores, debemos partir del juego, preguntando “¿cómo es un partido?” y a partir de ahí ver lo que tenemos que entrenar.
En lugar de empezar, por ejemplo, desde el pase de antebrazos, yo tengo otra perspectiva y digo que el juego se divide en dos partes: cambio de saque y fase punto. Entonces me pregunto: ¿qué se necesita para hacer el cambio de saque? Uno que recepciona, uno que arma y uno que ataca. Entonces, el principal ejercicio del cambio de saque es recepción-armado-ataque. Si no se puede hacer, porque hay problemas técnicos (como puede ocurrir con los juveniles), me pregunto: ¿qué se necesita para recepcionar, qué es lo más importante de la recepción? El desplazamiento, o la evaluación de la trayectoria, etc.
Obviamente, hay diferentes ideas al respecto. Ahora bien, en mi opinión, lo más importante para recepcionar es el pase de antebrazos: entonces habrá que enseñar el pase de antebrazos, corregirlo. Haciendo también un ejercicio contra la pared. Pero teniendo en cuenta para qué lo hacemos: lo hacemos para poder hacer “recepción-armado-ataque”.
A menudo, sin embargo, en lugar de experimentar el juego, los consejos de Papá Voleibol, todavía existe la idea de proponer cosas extrañas, sólo para variar. Quizás complicando todo en lugar de simplificarlo. ¿Pero en base a qué modifico los entrenamientos y los ejercicios? Tengo que analizar lo que realmente sucede.
¿Qué ocurre en el partido? ¿Y con qué frecuencia?
Entonces, ¿qué sucede cuando se recepciona? ¿Qué puede pasar en un partido? Que recepcione bien y entonces juego primer tiempo o pelota tendida; o recepciono mal y entonces juego pelota alta. ¿Se entrena esta posibilidad, aquella en la que estás obligado a rematar pelota alta? Poco. Pero entonces, cuando recibes un bloqueo, no culpes a la recepción. Conocemos el porcentaje de recepciones malas, ¿pero entrenamos esta situación en la que recepcionamos mal, o no?
Luego está el ataque: la pelota puede ser armada por el armador o puede ser tan mala que tenga que ser armada por otro. Aquí también tenemos que preguntarnos: si la pelota la tiene que armar otro, ¿es capaz de hacerlo? ¿Y el atacante es capaz de rematarla para que el equipo logre de todos modos el cambio de saque, aunque sea mala? Es la propia frecuencia de una situación como ésta, durante el partido, la que me indica que todos los jugadores deben ser capaces de armar la pelota desde cualquier posición de juego.
El juego me está diciendo que esa situación se puede dar: que quede claro, no es la situación principal y por lo tanto no le voy a dedicar el tiempo principal, pero también tengo que dedicarle tiempo a esa situación ahí. Entonces el jugador ataca, ataca y cierra el punto. Pero si ataca y es bloqueado se necesita la cobertura.
Pero también se puede dar que ataque, los adversarios defiendan la pelota y esta, de primera, retorna inmediatamente hacia aquí. ¿Esta situación se entrena o hay confusión cuando la pelota vuelve directamente? Muchas veces se oye decir a un entrenador: “Nos equivocamos en las cosas más fáciles. Es un problema psicológico: la pelota viene hacia aquí y no sabemos qué hacer”. Pero, ¿hemos entrenado lo que hay que hacer? ¿O lo dejamos a la capacidad individual de un jugador? ¿Sabemos realmente qué hacer cuando la pelota vuelve hacia aquí directamente? ¿Qué jugada debemos hacer? ¿Tenemos que hacer la de antes para el cambio de saque o pedimos una segunda pelota como para el contraataque? Estas son cosas concretas: ¿hemos dado una respuesta a éste problema concreto o lo dejamos como está?
Esto significa pensar los entrenamientos en función de lo que ocurre en el juego. Y el tiempo que tengo que dedicar a una cosa o la otra depende de cuántas veces se dan en el juego. Si es algo que se da pocas veces le dedico poco tiempo; si se da muchas veces le dedico mucho tiempo: ese debe ser el parámetro.
La globalidad
Partir del juego significa partir de su estructura, que justamente se divide en cambio de saque y fase punto. El cambio de saque: recepción-armado-ataque-cobertura-contraataque de la cobertura. La fase punto: saque-bloqueo-defensa-ataque-cobertura-contraataque de la cobertura.
Lógicamente se necesitan los fundamentos para hacer estas cosas; pero no es al revés, no se hacen estas cosas con una simple suma de los fundamentos. No es sólo una forma de organizar el trabajo. Es un concepto preciso que está en la base, un concepto que luego se traslada de forma natural en los ejercicios, en la forma de hablar con los jugadores, en el por qué hay que saber hacer algo, en referirse constantemente a cuándo se utiliza eso que se está enseñando.
¿Por qué hay que saber armar desde distancias largas? ¿Cuándo se utiliza? ¿Y por qué se pasa de dedos en parejas si en el juego nunca se hace, puesto que tú, usando el pase de dedos, apoyas una pelota o armas una pelota? Así que en lugar de hacer pase de dedos en parejas, haces el mismo pase de dedos en parejas, pero imitando un apoyo, imitando un armado, y lo entrenas porque de esta manera el feedback es directo.
Si sólo quieres hacer pase de dedos y basta, en lugar de hacerlo en parejas, sin tener en cuenta la red, haces armado de zona 5 a zona 2, de zona 1 a zona 4. Si se quieren hacer apoyos, uno se coloca junto a la red y el otro se desplaza y hace los apoyos debajo de la red. Luego se cambia.
Pero incluso en éste caso, hay que preguntarse: ¿cómo se pasa esa pelota que el otro tiene que armar? ¿La pasas con pase de dedos para que no “gire” sobre sí misma? No, la haces girar porque muchas veces el problema es armar una pelota que te llega rotando sobre sí misma porque ha tocado el bloqueo o porque alguien te la pasa con golpe de antebrazos; y no es lo mismo que armar en una situación ideal. Y ahí es donde se cometen errores en el partido.
En cualquier caso, en la selección hacemos muy pocos ejercicios analíticos. Pero incluso en la selección extrapolamos una cosa y la trabajamos por separado. Pero el punto crucial es éste: ¿extrapolamos una cosa y la trabajamos por separado, o en cambio tenemos la idea de que muchas cosas separadas al final, sumándolas, nos dan el juego?
Son dos formas completamente diferentes de ver las cosas. Yo enseño a jugar y, a veces, tomo una parte y la trabajo por separado porque es necesario que toda la atención del jugador se vuelque ahí en ese problema; pero después de trabajarla, la vuelvo a poner en el contexto del juego. Éste concepto es muy diferente al otro que dice: yo hago pase de dedos, pase de dedos, pase de dedos, pase de antebrazos, pase de antebrazos, pase de antebrazos y luego cuando esto se hace bien los junto y juego.
Así es como se ha enseñado siempre el voleibol, con el resultado de que tampoco es muy motivador para los jugadores. Pero no es sólo un problema de motivación: también es un problema de velocidad de aprendizaje.
¿Enseñamos las técnicas o enseñamos a jugar?
Es lógico que para enseñar a jugar necesitamos las técnicas, pero es una perspectiva diferente a la de aquellos que piensan que hay que enseñar la técnica y luego los jugadores juegan. En esta última no existe el concepto de enseñar a jugar. Las explicaciones, los consejos que se dan a los jugadores suelen ser puramente técnicos, no van en la dirección de enseñarles a jugar, en el sentido de dejar claro que “como estas son las situaciones que se dan en el partido, entonces vamos a entrenarlas”.
Uno no sabe armar, así que si en el partido recibe una pelota la arma mal: entonces, como en el partido sucede, en el entrenamiento debe ir contra la pared diez minutos cada día para mejorar el armado. ¿Por qué? Porque de lo contrario en esa situación no puede armar. También en éste caso lo que hay que preguntarse es en qué situación no arma bien: ¿le sucede cuando tiene que armar desde nueve metros o cuando arma de tres? Porque si el problema es cuando arma desde nueve metros, ponerse contra la pared no le sirve a nadie. Tiene que armar desde nueve metros: entonces, o se pone más lejos de la pared o lo hace en parejas.
Open skills
Éste enfoque se basa en una teoría del aprendizaje motor. De “cómo se hace”. El voleibol, que es una “open skills”, es decir, una disciplina definida como “abierta”, porque el ambiente externo cambia constantemente, durante años se ha enseñado como si fuera una “closed skills”, es decir, como si fuera una disciplina “cerrada”, es decir, con el entorno externo más o menos constante (como ocurre en el tiro o el buceo). De hecho, el método, el criterio de enseñanza ha sido el adoptado para las “closed skills”, es decir, para las técnicas como la gimnasia, que son técnicas en sí mismas. En los deportes de equipo o de oposición (como la lucha libre, por ejemplo), la técnica está permanentemente condicionada por la situación, es decir, por el adversario, el tipo de pelota, etc.
Lo cual no significa que cada uno tiene su propia técnica. Hay principios biomecánicos que hay que respetar y en base a ellos están “los fundamentos”, pero el mismo hecho de que se utilice la palabra “fundamentos” significa que hay técnicas que no son “fundamentales”. ¿Por qué si no se utiliza la palabra “fundamentos”? Hay que enseñar la técnica en las situaciones y luego corregirla analíticamente.
Doy un ejemplo. De un jugador se dice que “remata”. Pero, ¿puede rematar qué? ¿La pelota alta? ¿La pelota rápida? ¿La diagonal? Y cuando la pelota viene apretada, ¿puede hacerlo? ¿Cuando la pelota viene de atrás? ¿Y cuando viene de la red? ¿Cuando hay un bloqueo doble? ¿Cada uno de estos es un fundamento? Si se siguiera el hilo de éste argumento hasta el final, sólo para el remate habría al menos treinta fundamentos. Pero entonces, por supuesto, la palabra “fundamento” perdería su significado.
En éste caso no hablamos de fundamentos, sino de técnicas. “Fundamento”, en éste caso, significa que sabe hacer los pasos de la carrera, sabe hacer el despegue, sabe golpear la pelota con el brazo extendido, sabe cerrar el golpe y sabe aterrizar. Eso es el fundamento; pero de allí a saber rematar, hay un camino largo.
El ejercicio como instrumento
Esta idea del juego también puede trasladarse al aprendizaje en categorías inferiores. En éste caso se debe elegir, priorizando, porque hay que simplificar el juego: ¿qué se necesita para jugar? ¿Qué enseño primero? ¿Cuáles son las cosas imprescindibles para jugar bien desde el principio?
Yo diría que es imposible jugar si no se recepciona, sin armar al menos una pelota alta y sin uno que remate una pelota, con bloqueo y defensa adversarios posicionados. Con estas tres cosas ya juegas al cambio de saque, aunque no sepas hacer la cobertura. Luego enseñarás también la cobertura, pero el ejercicio clave en un equipo de principiantes debe ser recepción-armado-ataque. Extrapolando luego los problemas de la recepción, del armado y del ataque, trabajándolos por separado y reinsertándolos inmediatamente.
También haré pase de antebrazos contra la pared, y otros ejercicios súper-analíticos de corrección, pero el problema no es si los hago o no los hago. El problema es la jerarquía que ocupan dentro de toda la metodología.
A menudo entrenamos a los jugadores para que hagan bien el ejercicio, no para que jueguen bien: quizá todos hacemos el mismo ejercicio, pero la diferencia es que ponemos el énfasis en hacer bien el ejercicio y no en el ejercicio como herramienta para aprender a jugar. Esto se debe a que el ejercicio no se ve como algo extrapolado del juego y reinsertado en cuanto se puede, sino que se ve, en cambio, como un objetivo en sí mismo. Especialmente cuando estos ejercicios son analíticos, o analítico-sintéticos, pero muy diferentes del juego.
Hay muchos entrenadores que están convencidos de que si haces bien el ataque y defensa en parejas, entonces defiendes bien. Pero no es necesariamente el caso. No estoy diciendo que no sea necesario hacer ataque y defensa en parejas. Hay que hacerlo, por supuesto. Es imprescindible, porque no puedes defender si no haces ataque y defensa en parejas. No se trata de hacer o no ese ejercicio. Se trata de hacerlo con la conciencia de que es la base mínima y elemental para iniciar el entrenamiento de la defensa.
En realidad, con el ataque y defensa en parejas, todavía no hemos empezado a entrenar la defensa. Sólo hemos calentado o enseñado a golpear la pelota cuando viene rápido de frente. Pero la defensa es algo totalmente distinto: porque viene de arriba de la red, viene con otro ángulo, porque está el bloqueo que te molesta, porque están los compañeros con los que tienes que tener una coordinación para cubrir el espacio. Por tanto, la diferencia no estriba en si haces o no el ataque y defensa en parejas, sino en el rol que esto desempeña dentro de toda la metodología.
Tipos de ejercicios
Para entender mejor la diferencia entre los distintos tipos de trabajo, pongamos un ejemplo concreto con la recepción.
Global: seis contra seis, recepción y ataque por parte de uno de los dos grupos, mientras el otro saca, bloquea y defiende. Los seis que recepcionan y atacan lo hacen 10 veces consecutivas permaneciendo en la misma rotación.
Ejercicio analítico-sintético: en grupos de cuatro, uno saca, uno arma y uno recepciona y luego va a atacar inmediatamente esa pelota, con el cuarto jugador que bloquea.
Ejercicio analítico: se saca y uno recepciona.
Ejercicio súper-analítico: pase de antebrazos contra la pared.
El diagnóstico
Tomemos un jugador: tiene quince cosas que podría mejorar, pero, tú como entrenador, tienes que elegir las principales. Identificar las prioridades es la clave. Luego trabajas también sobre las otras, pero están esas cosas que, si las mejora, le harán dar un salto de calidad.
Durante el Mundial de 1990, por ejemplo, entrenamos para tirar alto a las manos, porque eso debíamos entrenar: si lo hacíamos mejor, habríamos dado un salto de calidad. La capacidad de elegir prioridades depende obviamente de la capacidad de diagnóstico. Y eso es lo que marca la diferencia.
Como un médico: su habilidad no depende de las medicinas que te da, porque lo más fácil es dar 50 medicinas para 50 enfermedades diferentes, porque al menos una seguro que te funciona. Pero si sigue esta terapia, el paciente, en lugar de tomar tres pastillas al día para aquel problema, toma una a la semana porque debe tomar también las otras que no necesita. Así que mejora muy poco.
Más allá de la élite
Es cierto que la selección nacional es una realidad privilegiada donde se trabaja con doce atletas más o menos del mismo nivel. Pero si tienes gente joven en el equipo, suplentes no tan fuertes como los titulares, puedes trabajar una hora más con ellos. Dedicarles más tiempo, quizá haciendo que empiecen a trabajar antes. En ciertas cosas es inútil trabajar todos juntos, si uno tiene problemas con el toque de dedos, es inútil hacer que todos, incluso los más avanzados, hagan ciertos ejercicios ad hoc para ese problema, también porque luego estos se aburren. Te quedas un rato después en el gimnasio con los que tienen estos problemas específicos.
Yo solía hacer esto con el minivóley. Cuando entrenaba minivóley, donde te encuentras niños de dos clases diferentes, los de 12 años habían hecho una temporada conmigo y ya sabían jugar mientras que llegaban los nuevos que no sabían hacerlo. Así que empezaba con los más pequeños un poco antes, luego al mes siguiente, cuando iniciaban también los otros, a menudo ponía a uno que sabía con otro que no sabía, pero que mientras tanto algo había aprendido porque ya habíamos trabajado durante un mes. Éste método los hace mejorar porque todo el mundo está siempre involucrado.
El problema del nivel de los suplentes en un club es real, pero también es cierto que, si está, hay que pasar tiempo sólo con ellos, dedicándose a cubrir las carencias específicas.
Por eso también creo que, en los equipos de Serie A, el entrenador principal debería ser el supervisor de los juveniles, porque es él quien tiene que preocuparse de las condiciones en las que llegarán los jóvenes al año siguiente.
Valentina Desalvo
Nació en Bolonia en 1967, inició su carrera periodística en La Repubblica en la edición de Bolonia, luego en Roma como jefa de la redacción de cultura, después jefa de la oficina central antes de convertirse en subdirectora. En 2021 retornó a la redacción de Bolonia. Es coautora del libro Una vita da Signori: autobiografia di Beppe-gol (2000) sobre la vida del futbolista Giuseppe Signori.