Entrevista con Davide Mazzanti, entrenador de la Selección femenina de voleibol de Italia (I)

Ser justo, cultivar la confianza, construir la identidad del equipo, cambiar el estado de ánimo

El objetivo de esta completa e interesante entrevista con Davide es inspirar a los entrenadores y a todos sus colaboradores, para obtener ideas útiles que puedan integrar en su propia realidad.

Las preguntas de la entrevista no se basan en aspectos técnicos, sino en la actitud y la apertura mental que un entrenador de excelencia ha desarrollado a través de su experiencia (tanto en club como en Selección), su pensamiento, sus estudios y su forma de entender el voleibol.

¡Feliz lectura!

1. ¿Qué debe guiar a un entrenador para desempeñar bien su papel? ¿Qué puede motivarlo a hacer un gran trabajo incluso en tiempos de dificultad?

Yo creo que los deseos son el motor de todo, son lo que te motiva a hacer cada cosa. Desde el principio de mi carrera hasta hoy han cambiado: lo que me motivaba antes era el deseo de enseñar, ahora ese deseo es más articulado y profundo, es el deseo de poner a las personas en la posibilidad de ser líderes en la cancha y tener autonomía.

Partamos de éste concepto: cuando un entrenador se aproxima al voleibol, cuando está en sus inicios, tiene que aprovechar su lado personal porque tiene pocos conocimientos. A mí me guiaba decirme, “lo importante es lograr establecer una buena relación con las personas, luego con el tiempo aprenderé a ser un entrenador también, es decir, a conocer más cosas y tener más habilidades.” Un joven entrenador es como un niño que se acerca a la construcción: al principio necesita herramientas, luego combina sus herramientas en un modelo simple, luego con la experiencia construye un modelo cada vez más evolucionado que le permite combinar las herramientas de un modo cada vez más eficaz, complejo y personal.

Lo que nos motiva es algo profundo. Normalmente nos metemos en problemas cuando lo que nos motiva no está bajo nuestro control, o se basa en lo que los demás esperan de nosotros, o creemos que esperan de nosotros. En otras palabras, nos metemos en problemas cuando vemos alejarse nuestros sueños, lo único que puede hacernos felices y realizados. En esos momentos tenemos que recuperar lo que realmente nos anima, que no son nuestras certezas, sino lo que nos hace sentir vivos.

Lo curioso es que lo que nos hace sentir más vivos es la incertidumbre.

La motivación radica en la locura de disfrutar del camino: lo que logremos sólo será una consecuencia. Y sólo durará un instante.

2. ¿Cómo se entrena para ser “justo”? ¿En los juicios, en las decisiones, en las relaciones con el staff y las jugadoras?

Tienes que dejar de pensar en lo que otros podrían pensar de tu decisión, “hago esto porque de otra manera él o ella piensa esto…”, porque entonces empiezas a no ser transparente en lo que haces. Para ser auténtico al máximo, el entrenador debe ser capaz de desprenderse de los juicios, seguir su propio instinto y decir las cosas como son. En el gimnasio sucede que por querer hacer bien las cosas somos injustos porque contamos una realidad que no es cierta.

Cuando era niño solía jugar al fútbol con mis amigos. No era bueno con los pies, así que me elegían en último lugar. Entonces descubrí que muy a menudo al desmañado lo ponían en el arco. ¿Y qué hice? Empecé a entrenar en el arco. Y en casa atrapaba los lanzamientos de mi hermano. Lo que pasó poco tiempo después fue que mis amigos me elegían primero porque me había vuelto bueno en el arco.

Esa situación me hizo aprovechar mis fortalezas. ¿Quiero ser el primero en ser elegido? Bien entonces, eso es lo que tengo que hacer.

Si no hubiera existido esa pedagogía tan brutal —la pedagogía del oratorio— no habría existido una respuesta tan efectiva. Para ser justos debemos aprender a ser transparentes, auténticos, verdaderos. No por las circunstancias. Creo que es el único modo de ser justo tanto a nivel pedagógico como a nivel de relaciones.

3. ¿Qué crees que es importante hacer para ganar la confianza de tus jugadoras? ¿Cómo se construye la confianza?

No hay una sola manera. Por mucho que un entrenador pueda seguir su estilo —y esto es fundamental para ser consistente—, también tiene que saber interpretar las situaciones. Es importante ser capaz de generar confianza, eso es seguro. Creo que es muy difícil describir bien la palabra confianza: sé lo que no es la confianza, por ejemplo la bancaria, “tú me das algo pero quiero algo a cambio.”

La confianza a la que me refiero es una confianza a pesar de todo. Tengo fe en ti, punto. Y no como hacemos los padres, “Te dejaré salir, pero si cometes un error, no volverás a salir.” Eso no es confianza real.

¿Cómo se construye la confianza? Está relacionado con lo que dijimos antes. No es ser honesto, es ser auténtico. Creo en ti, ese es el punto.

Si vas al médico por un problema serio y te dice, “No tienes más esperanza”… por supuesto que es sincero…, pero si te dice, “Veamos qué podemos hacer”… y esto es ser auténtico, te muestra y te hace sentir algo diferente. Tener confianza es ver más allá de las situaciones, es tener la habilidad de ver las cosas de un modo diferente y hacer que lo perciba la atleta.

Cuando hoy voy a entrenar a las pequeñitas soy más eficaz que antes, y lo que ha cambiado no son mis habilidades, es que confío más que antes. Esa atleta es más de lo que realmente está viendo de sí misma. Y esto viene tanto de la experiencia de un entrenador como de una forma de actuar. Para desarrollar la confianza con la jugadora es muy útil evitar empezar con expectativas o pre-conceptos. La actitud para asombrarse es pararse ahí sin esperar nada y pensar, “Quién sabe qué saldrá.”

4. ¿Qué hay que hacer para construir la identidad de un equipo y qué indica que el equipo ha adquirido su propia identidad?

Como entrenador tienes que tener una visión sobre el individuo y una visión sobre el equipo, es decir, cómo puede jugar ese equipo. Así que además de ser visionario con las jugadoras, también debes serlo con tu equipo. Debemos tener en cuenta cómo nuestro equipo puede jugar, incluso de forma ambiciosa, y sobre eso construimos nuestra identidad. Identidad que es fundamental cuando vas a jugar porque el factor que indica si vas o no por el buen camino es la cancha.

Incluso si encuentras a alguien con una identidad diferente a la tuya, o fuerte o que puede ponerte en problemas, pero tu identidad está clara, entonces muestras una confianza tal que no se cuestiona y puedes expresar tu juego.

El mejor termómetro para medir dónde estás son tus oponentes. Y en ese momento el equipo tiene que confiar profundamente en su propia identidad para mantenerse fuera de la trampa que te tiende el partido.

Lo que el entrenador dice cuando se enfrenta a un desafío importante indica cuánto cree en esa identidad. Decir: “Hoy tenemos que jugar el partido perfecto”, o “Hoy tenemos que dar el 120%”, es una señal de que no tienes confianza en la identidad de tu equipo porque le estás diciendo al equipo que si queremos ganar hoy tenemos que ir más allá, y que no es suficiente con ser nosotros mismos para lograr ese resultado.

5. ¿Cómo se gestiona la resistencia al cambio?

Necesitamos paciencia porque nos enfrentamos a una situación que crea incomodidad. Necesitamos paciencia para comunicarle a nuestra atleta que esta cosa de aquí puede hacerla dar un salto de calidad. Tenemos que mantenernos ahí y hacer, y tenemos que tener una gran convicción. No debemos ceder ni un ápice en la situación propuesta, pero sin ponernos en la posición de decir, “yo tengo razón, hagamos esto”, sino en la curiosidad de, “veamos qué sale.” Porque de lo contrario creamos una rigidez en el cambio que no es funcional a lo que queremos lograr.

Entrenar a las chicas para estar en una situación que yo llamo la desestabilización es muy formativo, es decir, ellas no conocen bien los momentos o situaciones que vamos a enfrentar en el entrenamiento. Es una de las cosas que más ayuda a una atleta a crecer.

Para acercar el voleibol a los grandes y los pequeños tengo que simplificar el espacio y el tiempo, para entrenar a un gran atleta tengo que complicar el espacio y el tiempo. Jugando con estos parámetros obtengo ese cambio y desestabilización que hace crecer tanto a un joven como a un gran atleta.

6. ¿Cómo se maneja a una atleta que no está de acuerdo con algunas decisiones/propuestas?

No poniendo una pared para sostener el, “¡tengo razón! Yo soy el que manda y decide las cosas.” Trato de entender cuál es el objeto de la resistencia. Generalmente se encuentra la disposición de cambiar las cosas en las que la atleta se siente ineficaz. Cuando tienes que mejorar un aspecto que ella considera un punto fuerte o si quieres tocar la técnica, tienes que ser más cuidadoso.

Por ejemplo, cuando pedí a las americanas que cambiaran la técnica de bloqueo, me di cuenta de que había tal rigidez que tuve que ser muy paciente. En el momento adecuado anotar, “¿has visto? Lo hiciste y produjo éste efecto”, fue útil. Debemos evitar hacernos pasar por los que tienen razón, pero podemos mostrar las consecuencias de ese gesto hecho de esa manera. Concretamente, ¿cómo lo hago? Muestro muchos montajes de video poniendo las dos técnicas diferentes en paralelo, mostrando las ventajas de una y otra, argumentando las motivaciones y dando un feedback específico sobre el tema. Si te mantienes demasiado genérico y no motivas la elección, la atleta lo toma como una falta de competencia y le cuesta mucho confiar en tus sugerencias.

7. Cuando el enfoque de las chicas en el entrenamiento o en el partido está fuera de foco (están bajas, desconcentradas, enfadadas…) ¿qué haces? ¿Cómo se cambia un estado de ánimo negativo en el entrenamiento y el partido?

Si el nivel de atención es bajo, probablemente significa que el nivel de desafío en el entrenamiento es bajo, y no es el entrenamiento que esperaban. Un poco como cuando te acercas a los partidos donde en teoría tienes que ganar porque es fácil, y en cambio todo se complica porque luego no tiene nada de fácil. Creo que lo más importante es encontrar el desafío o crear un nivel de desafío aceptable. Cuando la motivación es baja es porque lo que la atleta tiene ante sí no es desafiante, entonces puedes proponer por ejemplo ejercicios a fondo, los que enojan incluso al portero, para conseguir una reacción.

Cuando en cambio hay una mala conexión entre las chicas, o las cosas no van bien porque cada una hace lo suyo y no da ni medio paso hacia las demás (cada una quiere quedarse con sus propias razones), he tenido que suspender el entrenamiento: “Vayan al vestuario y vuelvan a entrar cuando estén listas. Aquí no hay nada de técnica ni de voleibol, aquí se trata sólo de estar disponible para los demás, así que si tenemos que estar en la cancha hagámoslo como sabemos.”

Luego haces la señal de la cruz porque no sabes cómo va a ir, pero esto sigue en línea con mi idea: yo te doy autonomía en todos los sentidos, incluso para poder sacar las cosas.

Si quieres manejar esta situación de modo de dar libertad a las chicas, tienes que esperar a que una de las líderes dé un paso atrás. En el conflicto yo no intervengo sino que simplemente les recuerdo el valor de hacer las cosas de cierta manera: nosotros dejamos espacio para la creatividad y la creatividad deja salir todo. Cuando dos atletas tienen puntos de vista diferentes tú no puedes ser árbitro porque interferirías en la autonomía de las personas, pero debes asegurarte de que se respeta el principio de dar un salto adelante para el equipo, de que se hace algo más. Cuando una atleta me dice, “hago lo mío” la identidad de la que hablábamos antes se ve afectada.

8. Si el partido es fácil, ¿cómo creas el desafío?

Si estás en un partido difícil ya sabes que el nivel de activación es alto y por lo tanto es natural hablar sólo del proceso que te puede llevar a ganar y de las cosas que tienes que hacer.

Cuando se está frente a un partido simple, para evitar que las cosas se compliquen, se intenta enfatizar aún más el proceso que debe permanecer inalterado para lograr el resultado. El enfoque va puesto en los puntos fuertes que deben permanecer como tales, te vuelves más exigente en las características de tu equipo y tu identidad. De lo contrario, incluso el partido fácil complica las cosas.

9. ¿Cómo se apoya a una atleta para que tenga más confianza o para que crea en sí misma? ¿Qué puede hacer un entrenador para ayudar en éste proceso?

Cuando la atleta se siente insegura en un fundamento, creo que lo más importante es cambiar la sensación con la que se acerca a él. Si vivo ese fundamento con un sentimiento de culpa, “no sé cómo hacerlo, pero tengo que hacerlo”, la diferencia entre lo que me pide mi entrenador y lo que siento que puedo hacer crea estrés. Éste es el sentimiento que necesita ser abatido inmediatamente porque la atleta que permanece en ese estado aprende a confiar sólo en el juicio externo, en lugar de su juicio interno, luchando además por desarrollar un sentido crítico de esa cosa.

¿Cómo se rompe esta sensación? Cambiándolo a tu responsabilidad y no a tu deber, es decir, a lo que puedes hacer y no a lo que debes hacer. Lo importante es que todo está dentro de esa área de responsabilidad. La atleta no debe sentirse juzgada o culpable por no haber hecho las cosas bien como esperaba o como su entrenador esperaba…

Así que lo importante para generar un cambio duradero es hacerlo vivir bien, es decir (después de un primer momento natural de incomodidad) debe generar emociones positivas y no frustración.

Además, como dijimos, debe llevar a desarrollar el sentido crítico. El feedback del entrenador debe estar ahí, pero si tengo que volverme hacia el entrenador para entender si hice algo bien o mal, no estoy viviendo al máximo ese sentimiento y me costará mucho encontrar la información que necesito dentro de mí cuando la necesite de nuevo.

Otra cosa a la que hay que prestar atención es destacar necesariamente el éxito del gesto técnico en el que estamos trabajando. Si mi atleta hace mal un gesto y luego logra hacerlo, no puedo celebrarlo como si fuera fiesta nacional, porque si se lo hago percibir como algo excepcional, se sentirá extremadamente frustrada cada vez que no logre hacerlo. Tiene que ser experimentado como algo normal, sin exasperación.

10. ¿Cómo se ayuda a una atleta a manejar un momento difícil que impacta en el rendimiento?

Cuando una atleta tiene dificultades, generalmente se está haciendo demasiadas películas mentales. Para reducir las películas, las dos cosas que puedes hacer son: o darle tareas cognitivas totalmente diferentes (cambiar la atención a otra cosa) o bien usar palabras clave que signifiquen algo para ella (para volver a enfocarla en un aspecto específico).

Cuál de los dos enfoques es el correcto depende de la situación.

Si estoy entrenando me gusta cambiar la atención a otra cosa; si estoy en el partido, en cambio, apunto a minimizar los pensamientos de la atleta, así que si una jugadora está en problemas significa que está pensando demasiado (se está haciendo demasiadas películas mentales) y mi objetivo se convierte en reducir la cantidad de información, tengo que simplificar para traerla de vuelta al momento presente. Para hacer esto, lo que me gusta mucho es no tanto dar feedback intrínseco tipo, “ojo el codo”, “la mano así…”, sino hacer encontrar una sensación de algo que ya hemos experimentado. Por ejemplo, consideremos el caso de una atleta de la Selección al saque: yo sé que cuando está en ritmo hace un chillido al golpear la pelota, cuando no está en ritmo habla con la pelota después de que ha salido de sus manos. El feedback para ayudarla a sincronizarse en éste caso se convierte en: “habla con la pelota (dile a la pelota lo que debe hacer) cuando la golpeas.” O, otro ejemplo, cuando no hay tiempo de defensa digo, “empuja el piso en esa pelota” en vez de decir, “mantente abajo en la defensa.” Básicamente, el feedback es sobre cosas externas que recuerdan la situación correcta, pero sin activar un control que ralentice aún más la fluidez del desempeño.

11. Time-out: ¿recurres al individuo para algunos ajustes técnicos y tácticos, o siempre involucras a todo el equipo destacando algo más global? ¿Cuánto es entrenado en tu uso de la voz y de los gestos y cuánto recae en la emotividad y el talento del momento?

Cuando quiero dar un refuerzo positivo individual durante el time-out puedo hacerlo también delante del equipo. Si tengo que decirle algo a una sola jugadora —una atención particular— prefiero no hacerlo delante del equipo. Hago hincapié en la responsabilidad, pero al margen porque un entrenador debe llevar a la responsabilidad sin generar nunca un sentimiento de culpa en la atleta.

Lo que advierto más es que cuando siento que estoy llegando (a nivel comunicativo) me siento en ritmo, como si la cadencia que doy con mi voz y mi cuerpo respetara el ritmo de las personas que están delante de mí. No estoy ahí para contarles todo lo que veo y sé sobre el voleibol, pero sí para decirles lo que me parece más efectivo en éste momento. Es la sensación de estar en el flujo, de no tener que decir todo lo que me viene a la mente, sino la habilidad de seleccionar sólo lo que se necesita.

Lo que me saca de esta condición es cuando pienso en el resultado y no en el proceso… es decir, cuando la cabeza se me va si estamos ganando, estamos perdiendo, o cuando hago una estupidez.

Hablando de errores, en las semifinales del Mundial [2018] llamé a Lia [Ofelia Malinov] y ella no estaba del todo de acuerdo, pero me siguió. No hicimos el punto. Así que tuve la sensación de ir un poco en contra de nuestra identidad, pero sin obtener un resultado. Ese error lo sentí sobre mí, y lo cargué tanto que en el desempate hicimos los primeros puntos y todavía estaba sobre aquello. Entonces dije, “OK, amén” y me las arreglé para reenfocarme. Desde ese momento me concentré tanto en lo que tenía que hacer que al final del partido, cuando Paola [Egonu] puso en el suelo la última pelota, no celebré, y todos me preguntaron por qué no había celebrado. La razón era que estaba tan enfocado en el proceso que ya estaba concentrado en lo que debía hacer a continuación.

[Continuará]


Éste artículo fue publicado originalmente en el sitio web de Giulia Momoli

Giulia Momoli
Giulia Momoli

En el ámbito deportivo destacó como jugadora de voleibol de playa al coronarse en tres ocasiones campeona de Italia (2007, 2012 y 2015) y obtener más de 50 medallas nacionales e internacionales. Fue la primera atleta italiana en recibir el título de Entrenador de Voleibol de Playa por mérito deportivo y en 2016 el CONI le otorgó la medalla de bronce al valor atlético. Su desarrollo académico transcurrió en paralelo con su carrera deportiva y en 2005 obtuvo su título como Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Padua. En 2013 finaliza el Máster en Coaching de Ekis The Coaching Company, certificándose como Mental Coach in Life, Sport & Business. También realizó estudios certificados en áreas relacionadas al coaching y al rendimiento deportivo, y en 2019 el Máster nivel 1 y nivel 2 con Giorgio Nardone. Como escritora, promueve personalmente su imagen a través de una actividad constante y muy popular en redes sociales y en su sitio web, edita su propia columna en una revista deportiva online y también firma numerosos artículos en periódicos de su país.