Finge hasta que lo consigas…

Todos conocemos el sonido. El débil y lento chirrido de la realidad que se cuela en nuestros sueños mientras dormimos. El sonido de lo que pensábamos que eran las olas del océano, pero a medida que se hacen más fuertes, reconocemos el tono familiar de nuestro teléfono al lado de la cama, que nos lleva al mundo tangible. A regañadientes reunimos la motivación para abrir a medias un ojo. Extendemos robóticamente un brazo para quitar el despertador. Pero es demasiado tarde. Esa playa remota con la que soñábamos es un recuerdo lejano, y ya estamos luchando con nuestra conciencia para quedarnos cinco minutos más, o apechugar y levantarnos.

No es que no ame lo que hago. No es que no esté motivada para ser la mejor jugadora de voleibol que pueda. Es sólo que me encanta dormir, y probablemente fui un gato en una vida anterior.

Así que lucho contra la modorra como una zombie mientras hago la típica rutina de la mañana: cereales y leche, un vistazo a Instagram y las noticias, y un rápido cepillado de dientes. Tiro una muda de ropa en mi mochila y prácticamente me arrastro para salir por la puerta.

De la forma en que me siento hoy, me pregunto cómo voy a sobrevivir a una sesión completa de gimnasio. Siento que apenas puedo levantar un gatito, ¿y él quiere que ponga cuántos kilos en la barra?

“Muy bien, lo haré más fácil”, pienso para mí. Pero a medida que pasa el tiempo, puedo sentir que mi mentalidad empieza a cambiar.

“Bueno, si ella puede hacer tanto peso, yo también puedo”… “Si esto es lo que hice la semana pasada, entonces definitivamente puedo subir en el último set”… “¡Empuja!”

Hace unos minutos era una misión sólo poner un pie delante del otro. Ahora estoy compitiendo con mis compañeras de equipo y desafiándome a mí misma para batir récords personales. Cuando he terminado mi programa, estoy entusiasmada y siento que podría hacer otra ronda.

Esa es la sensación de que tú y yo conocemos de primera mano como atletas. Todos hemos experimentado alguna forma de transformación de básicamente muerto viviente a Rocky Balboa. El punto es que puedes tener días en los que simplemente no tienes ganas de hacerlo. Incluso los profesionales tenemos días en los que preferiríamos quedarnos unas horas más en la cama.

Tal vez como yo, tienes un pequeño “Cuaderno de motivación” lleno de citas y chismes de tus jugadores favoritos para estar de humor antes de entrenar. O tienes algunos suplementos que te dan una patada de energía en el momento justo. O quizás eres extremadamente competitivo y no quieres que te ganen… en nada.

Pero lo importante es que lo hagas. Llegas al gimnasio y vas a entrenar. Y cuando estás allí, tener la actitud correcta combinada con una motivación y un enfoque en tus metas es lo que te dará resultados.

En la selección nacional teníamos un dicho: “finge hasta que lo consigas”. Si no estabas de humor para presionarte a ti misma en la sala de pesas, o no te sentías segura entrando a la cancha a enfrentar a una potencia mundial como Italia o Rusia, ¡simplemente finge! Saca el pecho, pon una sonrisa en tu cara, arremángate y prepárate para trabajar. Porque una vez que estás allí, cualquier cosa puede pasar… con la mentalidad correcta.

Así que, ¡permanece motivado y atento!


Éste artículo fue publicado originalmente en VolleyScience

Ciara Michel
Ciara Michel
Atleta olímpica y colaboradora en VolleyScience | Más datos

A lo largo de su carrera, Ciara participó junto al equipo británico en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y ha jugado para los mejores equipos en las ligas profesionales de Alemania, Italia, Turquía y Francia. Completó una licenciatura en Psicología de la Universidad de Miami en 2008 y una maestría en Publicaciones y Comunicaciones de la Universidad de Melbourne, Australia en 2010. Habla cinco idiomas diferentes, es colaboradora de VolleyScience y es muy activa compartiendo experiencias únicas como atleta profesional a través de las redes sociales para el beneficio de todos.