¿Por qué entrenamos?

Estoy involucrado en el deporte por mi trabajo. Es motivador apoyar a personas que ponen todo en lo que hacen, luchando para lograr algo que nunca lograron antes. Operando en esa área de incertidumbre, sin saber si tendrán éxito o fracasarán, y probando sus límites cada vez que entrenan.

Esa autodeterminación y empuje es un bien precioso.

Como entrenadores se nos confía asegurar que los atletas con los que trabajamos obtengan el máximo provecho de su inversión de tiempo y esfuerzo. Al hacer esto, nuestro científico interno necesita racionalizar y entender claramente los procesos que sustentan el progreso. Nuestro entrenador interno necesita estructurar y administrar estos procesos con talento para pintar una obra maestra de desempeño. Reflexionando sobre la fisiología de la adaptación, este artículo presenta una idea fundamental que sustenta el desarrollo y el crecimiento.

En primer lugar, es importante recordar que el cambio es estresante… Cualquier cambio, positivo o negativo. Todos somos, después de todo, criaturas de hábitos.

Incluso en el nivel fisiológico más básico el cuerpo trabaja duro para minimizar el cambio, una respuesta llamada homeostasis. Basado en esto, cualquier cambio en la experiencia «normal» de nuestros atletas se encuentra con una respuesta fisiológica rápida para contrarrestarlo a fin de de mantener un estado «normal». Al cuerpo no le gusta estar fuera de lo normal. Si experiencias estresantes similares ocurren repetidamente y consistentemente, el cuerpo se adapta al estresor. En su nivel más simple, éste es el proceso impulsor detrás de la mejora del desempeño a través del entrenamiento.

El estímulo para el cambio podría ser cualquier cosa, desde una prueba de aptitud física, hasta el número de saltos en una sesión, hasta cómo regularmente los patrones de juego son vistos por el atleta en un ejercicio en particular. Podría ser una interacción social particular que el atleta tiene durante la sesión, después de la sesión, en un día diferente completamente separado del entrenamiento. La interacción entre todos estos factores sustenta la respuesta de desempeño que se ve en la cancha, para bien o para mal.

El entrenador virtuoso, de la misma manera que un artista maneja delicadamente un simple pincel para pintar una obra maestra, comprende íntimamente las respuestas y adaptaciones que debe desplegar el atleta para lograr el éxito, y manipula los muchos hilos que componen sus prácticas e interacciones para estimular estas adaptaciones.

Nuestra capacidad para equilibrar y coordinar la inercia del desarrollo físico, social, táctico y mental en atletas que presionan por el desempeño es nuestra gran obra maestra como entrenadores.

Cuéntanos cómo estás pintando la tuya…

Gary


Éste artículo fue publicado originalmente en VolleyScience

Gary Hutt
Gary Hutt
Director General en VolleyScience | Más datos

Gary se involucró en el voleibol durante la organización de Londres 2012, asistiendo en la preparación del equipo femenino de Gran Bretaña para sus primeros Juegos Olímpicos. Actualmente está muy involucrado en la orientación de la estrategia de preparación física dentro de Volleyball England, e integra la National Performance Commission como representante de la ciencia del deporte y la medicina deportiva asesorando sobre la futura dirección del deporte en el Reino Unido.