Tres palabras que requieren atención…

Cuando trabajo con atletas, equipos, entrenadores y padres siempre quiero tratar el tema de la lingüística: en parte para estar alineado y usar un vocabulario común, en parte porque en los últimos años me he dado cuenta de que ¡las palabras equivocadas usadas en momentos importantes pueden hacer más daño que el granizo!

Las palabras que te dices a ti mismo y las que diriges a los demás deben ser elegidas siempre con el mayor cuidado, como si fueran fórmulas mágicas, porque su efecto te hará más eficaz o menos, más feliz o menos.

“Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces tanto de infligir daño, como de remediarlo.”

Albus Dumbledore (Harry Potter)

Entonces, ¿cuáles son las palabras que hay que usar con mucho cuidado cuando nos dirigimos a nosotros mismos o a los demás?

1. Intenta…

Es mejor evitar usar, hacia nosotros mismos, “¡Lo intento!” o, hacia los demás (por ejemplo un compañero de equipo, o un atleta que entrenamos, o nuestro hijo), “Intenta hacer esa cosa/gesto/movimiento” porque esta pequeña palabrita tiene el poder de insinuar la duda de fallar y por lo tanto produce un sentimiento de incertidumbre.

Ese “lo intento/lo intentaré” lleva consigo el riesgo de hacerte fracasar cada vez que intentas hacer algo y de mantenerte así alejado de tus ambiciones.

¡Mejor decir directamente lo que quieres lograr!

Por ejemplo: “¡Intenta sacar a la posición 5!” se convierte en, “Haz un saque a la posición 5.”

“Intentar patear con la izquierda” se convierte en, “¡Patea con la izquierda!”

Eh Giulia, ¿con los muchachos o los niños cómo hago? ¡Tengo que usar sí o sí intenta a…! o incluso, Giulia, si uno de mis jugadores cambia un gesto técnico tengo que decirle intenta a… ¡para ponerlo en condiciones de sentirse tranquilo!

Mmm… ¿mi respuesta? No, en realidad no tienes que hacerlo, porque lo que consigues es hacerle sentir que puede equivocarse, o peor aún, que es normal que se equivoque, que no es exactamente el enfoque que queremos tener para mejorar a nuestro atleta (o nuestro hijo). Lo que puede hacerte más suave y afinado al dar indicaciones precisas es tu tono de voz, así que la forma en que te comunicas, “haz esto… ahora hagamos eso… ahora sostengamos el brazo así” hace la diferencia en la percepción de nuestro interlocutor.

Una palabrita que ensayé durante mi entrenamiento y que puedes sustituir por intentar es experimentar. Si hay algo que mi atleta no está acostumbrado a hacer o que hace de forma diferente o que necesita ser cambiado, puedes decir: “Bueno, experimentemos esto… ¡ahora…!”, será entonces nuestra forma de decirlo lo que marcará la diferencia.

“¡Intentar no! ¡Hazlo o no lo hagas! No hay intento.”

Yoda (La guerra de las galaxias: Episodio V – El Imperio contraataca)

2. Esperar

Tranquilo, tranquila, no quiero quitarte la esperanza, sólo quiero que pienses en una palabrita más a la que prestar atención.

Te doy un ejemplo de estas dos situaciones:

“¡Buena suerte en el partido!”, “Vamos… esperemos lo mejor” o…

“¡Asegúrate de hacer el examen!”, “¡Esperemos que así sea!”

En el diccionario esperar es: aguardar con confianza que algo se haga realidad.

Sé que ya has entendido a dónde quiero llegar con esto: cuando “esperas” algo, automáticamente entregas la responsabilidad de tus resultados a alguien o algo fuera de ti. La esperanza esconde la pasividad, mientras que necesitas acción y hacer de modo que más elementos dependan de ti.

Un atleta o un entrenador, o un padre para ser eficaz debe poder confiar en sus habilidades en todos los contextos.

Imagina que mañana tengo que ir a la playa. Si me dijeras, “¡Esperemos que el tiempo sea bueno!”, en éste caso estaría bien, porque el tiempo (¡hasta que se demuestre lo contrario!) no está bajo mi control.

Así que aquí está cómo convertir los ejemplos iniciales:

“¡Buena suerte en el partido!”, “¡Gracias, daré el máximo!” o “¡Asegúrate de hacer el examen!”, “¡Lo haré!”.

3. No

Otro concepto importante a tener en cuenta es que nuestro cerebro, en un primer nivel de pensamiento, no procesa la información dada en forma de negación. Prácticamente nuestra mente no es capaz de procesar la palabra “NO”.

Te daré un ejemplo: imagina un manzano, un árbol de manzanas rojas y jugosas justo delante de ti… y ahora no pienses en un pequeño mono dando vueltas entre sus ramas, no pienses en un pequeño mono con el trasero rosa que ha abierto una de esas hermosas manzanas rojas… ¡no pienses en ello! ¿En qué estás pensando? En el pequeño mono, ¿no es verdad?

OK, sé que es la primera vez que te desafío.

Entonces veamos: no pienses en el nombre de Bonolis, el famoso presentador… ¡no lo pienses! ¿Te he engañado otra vez?

Mmm… OK… ahora puedes hacerlo… no pienses en los primeros 3 dígitos de tu número de celular.

Podría continuar con otros ejemplos y el resultado sería que, para cumplir con mi petición de no pensar en algo, ¡tienes que pensarlo primero! Y cuando esa imagen está en tu mente, es demasiado tarde porque tu cerebro tiende a darse cuenta… ahí es donde está el gran riesgo cuando, por ejemplo, te dices a ti mismo, “OK, ahora no debo equivocarme…”

Así que concéntrate en lo que quieres, el resultado que quieres conseguir y el desempeño o el gesto que quieres hacer. ¡Olvida lo que no quieres! En lugar de “no equivocarse”, entrénate para decir, “saco/saquen a la posición 1” o “¡Ace!” o “pateo/patea bajo el siete”…

Y si una imagen negativa (es decir, una imagen que no quieres) aparece por sí sola, redúcela y apártala y luego concéntrate nuevamente en lo que quieres conseguir. Haz de esto un hábito también. Entrénate frecuentemente para hacerlo, para que tu inconsciente entienda que quieres repetir el gesto técnico perfecto, la sensación de seguridad y lucidez en los momentos cumbre y todo lo que realmente quieres lograr.

Si tienes videos, ¡mira y vuelve a mirar todas las veces que lo hiciste bien! He tenido y trabajado con muchos entrenadores que, al revisar los videos de una competencia con sus atletas, insisten en la parte en que los jugadores se equivocan. Obviamente, es útil hacerles rendir cuentas del error y luego corregir el gesto técnico o la táctica… Pero cuidado: porque en realidad de esta manera estás “alimentando” a tu inconsciente con imágenes que no quieres o no quieres repetir… ¡y él piensa que eso es lo que quieres entrenar! De esta manera se obtiene exactamente lo contrario, sólo porque, como te dije, tu inconsciente está pensando “Aaaaah, él me hace verlo tan a menudo, ¡así que debo memorizarlo!” Después de hacer que tomen conciencia del área de mejora, muestra a tus atletas más y más repeticiones de ese gesto realizado correctamente.

Recuerda, nuestra racionalidad, de hecho, razona… pero nuestra parte inconsciente no critica y no evalúa… simplemente pone en práctica… y desafortunadamente (o afortunadamente en la realidad) funciona de una manera muy simple y a través de imágenes.

¡Buen entrenamiento!


Éste artículo fue publicado originalmente en el sitio web de Giulia Momoli

Giulia Momoli
Giulia Momoli

En el ámbito deportivo destacó como jugadora de voleibol de playa al coronarse en tres ocasiones campeona de Italia (2007, 2012 y 2015) y obtener más de 50 medallas nacionales e internacionales. Fue la primera atleta italiana en recibir el título de Entrenador de Voleibol de Playa por mérito deportivo y en 2016 el CONI le otorgó la medalla de bronce al valor atlético. Su desarrollo académico transcurrió en paralelo con su carrera deportiva y en 2005 obtuvo su título como Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Padua. En 2013 finaliza el Máster en Coaching de Ekis The Coaching Company, certificándose como Mental Coach in Life, Sport & Business. También realizó estudios certificados en áreas relacionadas al coaching y al rendimiento deportivo, y en 2019 el Máster nivel 1 y nivel 2 con Giorgio Nardone. Como escritora, promueve personalmente su imagen a través de una actividad constante y muy popular en redes sociales y en su sitio web, edita su propia columna en una revista deportiva online y también firma numerosos artículos en periódicos de su país.