Diego Cairus: «el jugador debe conocer en persona el primer nivel, tomarlo como meta y ser autocrítico para mejorar»

Luego de estar tantos años vinculado al voleibol y de haber jugado hasta en la más recóndita liga que uno se pueda imaginar, deben ser muy pocos los que en el ambiente no conocen al «Bombero». A tal punto es popular el seudónimo que cada vez que nos encontramos le digo que Diego Cairus es su verdadero apodo.

Esta entrevista fue extensa, precedida por una charla el doble de larga y finalizada únicamente por las restricciones de tiempo del entrevistador. Me pareció adecuado dividirla en dos partes: una primera para que el jugador hable de su extensa carrera, y una segunda para que el entrenador comparta con los colegas algo de su experiencia.

¿Cuántos años tenés Diego?

Cincuenta y un años, recién cumplidos, el 10 de septiembre.

Nos conocemos desde hace muchos años, pero no por jugar juntos sino porque en cada torneo al que iba, así fuera federal, nacional, playa o incluso social, te encontraba del otro lado de la red y con frecuencia en un equipo distinto: Neptuno, Carmelo Rowing, Plaza 5, Unión Vecinal… y podría seguir. Pero mejor si comenzamos por el principio y hablamos de tus inicios. ¿Cómo llegaste al voleibol?

Cuántos equipos… tuve que abrir un currículo para ver todo lo que he hecho, pero aunque no lo parezca, yo empecé a jugar al voleibol de verdad con veintitrés años. Si bien había estado un año moviéndome con la gente de Neptuno, la verdad que no me caracterizaba por ser muy técnico; sí contaba con gran explosividad y buen salto, seguramente porque yo desde mini venía jugando al basquetbol. Incluso cuando vine a Montevideo seguí jugando y pasé por equipos de Segunda división. Y bueno, un día en playa Malvín me dijeron que saltaba mucho, fue en el año ’89 y empecé a jugar los torneos fijos que se jugaban en playa Pocitos. Me empecé a enganchar con éste deporte, a conocer gente y cuando fui a Carmelo, con veintitrés años como te decía, empecé a entrenar de lleno con el voleibol y ese fue el comienzo de esta nueva actividad.

A partir de ese momento que estuve en Carmelo jugué con la selección de Colonia y salimos campeones nacionales del interior (en aquel entonces el interior estaba separado de Montevideo). También arranqué con el vóley de playa en dupla con Juan Vázquez, un carmelitano muy conocido a nivel nacional, con quien fuimos campeones nacionales del interior y en el año ’92 tuvimos la oportunidad de jugar el primer Sudamericano que se disputó en Maldonado.

La verdad que a veces me cuesta enganchar todas las vueltas que he dado en el voleibol… Vine a Montevideo en el ’93 y por ese entonces el voleibol se había unificado a nivel de selecciones departamentales. Por ser oriundo de Carmelo jugaba en el nacional por Colonia y en el federal por Neptuno. Fuimos campeones en el ’93 y ’94 con Neptuno y a la vez salimos campeones nacionales con Colonia. Además, en el ’94 había nueve equipos en el departamento de Colonia, Carmelo Rowing no participó y el campeón fue Valdense. Para el campeonato de clubes campeones me llevaron a mí de refuerzo junto al querido Daniel Artus, jugador de Colonia Miguelete muy conocido, y también fuimos campeones con el Club Valdense (primera vez que el club ganaba el torneo masculino). En el ’97 Colonia del Sacramento fue el campeón departamental y representó Colonia a nivel de selecciones, también me llevaron de refuerzo y fuimos campeones nacionales. Y así estuve en esos años entre Neptuno y Colonia, Neptuno y Colonia.

En el ’98 estuve un año lesionado y no pude participar de los nacionales. Pero Rolando Buffa (quien me acompaña en el vóley de playa desde hace muchos años) me llevó a Unión Vecinal y a recorrer muchos gimnasios de Montevideo en donde tuve la oportunidad de conocer a mucha gente linda con la cual me une una gran amistad. Y bueno, así fue que me viste jugando en Unión Vecinal, me viste jugando en la Plaza 5, me viste jugando en torneos maragatos, estuve entreverado por todos lados.

En el ’99 nos juntamos con Rafael Codina, el famoso «Yuyo» [Pablo Tomasetti] y Antonio Piñeiro y hablamos de rearmar Bohemios, que se había desafiliado tres años antes. Nos fuimos todos a Bohemios porque habíamos tenido problemas con Neptuno al jugar el nacional cada uno por su departamento. Vinieron Germán Salaverryborda, Alejandro Larumbe y Richard Peixoto, y logramos el torneo Clausura de LIVOSUR de ese año, en lo que fue una linda experiencia. Y creo que a partir de ese momento Bohemios se ha convertido en uno de los artífices del desarrollo del voleibol en Montevideo, con el querido «Rafa» [Rafael Codina] y todos sus sucesores.

En el 2000 salí campeón nacional con Colonia. En el 2002 volvimos a ser campeones nacionales con Carmelo Rowing, con el agregado de que el voleibol del interior y la Federación ya eran uno sólo.

Obviamente que todos los veranos me sumaba al vóley de playa. Nunca dejé eso. Todos los años con Juan Vázquez seguíamos jugando y nos manteníamos entre los cinco primeros de Uruguay y jugando el Sudamericano. En el 2005 Juan no pudo venir, por lo cual tuve la oportunidad de jugar con Pablo Alcetegaray la primera fecha y con Gerardo Peralta el resto del torneo. Como jugué con diferentes compañeros y cerramos ganando la última fecha en Atlántida, quedé primero en solitario en el ranking nacional de ese año.

Había llegado a lo más alto a nivel nacional en las dos ramas del deporte y decidí retirarme. La Federación me hizo el honor de presentarme como candidato al premio del Comité Olímpico (COU) y al premio Charrúa que otorga el Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay como mejor deportista del año en la especialidad, y tuve la suerte de obtener ambos galardones.

Te interrumpo en éste punto porque quiero volver al comienzo. ¿Quién fue tu primer entrenador?

Fue el querido Julio Mazzoli en el Carmelo Rowing. La verdad que ha sido un formador toda la vida, y si no se retiró ahora seguro que sigue trabajando con chicos. Siento un gran cariño por él.

Debió ser complicado enseñarle a un «chico» de veintitrés años…

En parte era más fácil porque saltaba tanto que bloqueaba con la cabeza [risas] pero de a poco me enseñó a poner las manos y fui mejorando.

¿Estuviste en selecciones nacionales también?

Sí también, a partir del año ’93 estuve en varias selecciones nacionales. No me gusta hablar mucho de mí y la verdad que soy bastante desamorado con los recuerdos. Esto que te cuento estoy sacándolo de un currículo que tuve que hacer una vez obligado para el COU pero, bueno, nunca guardé fotos ni medallas ni nada. Soy bastante desamorado con mi vida deportiva.

Pero las selecciones nacionales te habrán dejado alguna experiencia o la oportunidad de ver a algún gran jugador.

Sí claro, creo que fue en el ’93 cuando viajamos a Córdoba y coincidimos con el plantel de Brasil que había sido campeón olímpico el año anterior en Barcelona. Estaban Marcelo Negrão, Maurício, Tande, Giovane Gávio, Carlão, Paulão… todos los monstruos de aquella época.

¿Y qué se siente enfrentar a jugadores de primer nivel?

No, para mí fue algo, imaginate, totalmente fuera de lo común. Gente que saltaba mucho más que yo, que estaba mucho más arriba. Pero en general hicimos un buen papel, recuerdo que salimos 2-3 con la selección de Venezuela.

¿Quién era el entrenador en esa ocasión?

El entrenador… [piensa]. No quiero confundirme… porque yo viajé después a San Juan al Sudamericano de Clubes Campeones con Neptuno… y estaban Gustavo Garretano y… el «Pera» [Walter] Vázquez. Pero en la selección no recuerdo, ya te dije que soy un desastre, esas cosas en mi currículo no las anoté.

Vos imaginate, fueron las experiencias más lindas de toda mi carrera, cruzarme con monstruos de nivel mundial, de los mejores, pero la verdad que ninguna fue una luz dentro de toda mi carrera. Yo disfruté mucho estar jugando acá y las selecciones nacionales las vivía en forma diferente. Mientras otros recuerdan con orgullo haber estado en la selección, para mi fueron experiencias simplemente. Porque la verdad, lo que te marca no es sólo la experiencia sino obtener un resultado deportivo. Al menos en mi caso, eso es lo que me marca más. La experiencia está buena porque uno toma contacto con otras estructuras, con otro nivel de jugadores, uno vuelve con una «cabecita» totalmente diferente que me sirvió muchísimo para crecer en el ámbito interno. Eso es algo clarito, le preguntás a cualquier jugador que estuvo en una selección, viene de estar entreverado en ese nivel internacional fuerte, cuando volvés tu cabeza es otra.

Tuve la misma sensación en el ’99 cuando viajé con otros jugadores del COETC a Mar del Plata para ver las finales de la Liga Mundial. Siempre recuerdo que en el calentamiento de Italia los jugadores atacaban entre ellos con mucha potencia; al principio nos preguntábamos por qué se «mataban» antes de empezar, pero luego entendimos que eso era lo que iban a experimentar en el partido, y en consecuencia la entrada en calor debía tener una intensidad acorde. ¿De qué le serviría a Mirko Corsano recibir un ataque suave de Andrea Giani si durante el juego iba a recibir la pelota a otra velocidad? Era impresionante, no había empezado el partido y ya nos llevábamos un aprendizaje.

Sí, tal cual, a mí también me llamó la atención la primera vez que fui a un Sudamericano ver a dos jugadores brasileños calentando con mucha potencia; pero además, había una fila de niños sentados a medio metro, y lo que en Uruguay sería un riesgo para ellos era una situación normal por el dominio técnico que tenían. Entonces lo ves y decís «esa tiene que ser mi meta» y al volver trabajás para eso. Está muy bueno y en lo personal me ayudó muchísimo para aumentar mi nivel. Date cuenta que con casi cuarenta años de edad fue el momento en que jugué mejor. Saltaba menos que cuando era joven pero aprendí a bloquear, aprendí a atacar de zaguero, sacaba potencia… te puedo decir que era un jugador más completo.

O sea que tu consejo para otros jugadores y entrenadores es que salgan y vean la realidad del voleibol. Que conozcan en persona el primer nivel.

Exactamente. Y otra cosa que siempre les digo a mis alumnos es que no se crean que sabemos todo, hay que ser bastante autocrítico para mejorar.

Yo me formé en el ISEF, hice el curso de técnico deportivo en el año 2002 (por un tema de paros duró casi dos años) y en el 2003 vino un curso Nivel I de la FIVB que lo dictaron dos cubanos acá en Montevideo. Y yo siempre comento que desde que comencé a jugar, a mí nadie me dijo «Diego, sacás espantoso. Tenés una técnica horrible de saque.» Yo sacaba en potencia, había pasado por selecciones nacionales y nadie me había corregido absolutamente nada. Y te digo, sacaba dirigido pero mi técnica era espantosa. ¿Y cómo me di cuenta? Porque me enseñaron a enseñar a sacar. En el Nivel I viste que, justamente, empezás de cero. Entonces fue la primera vez en mi vida que yo tenía una postura correcta a la hora de sacar y lograba que el balón saliera flotado. Antes sacaba diez veces y flotado, flotado de verdad, salían dos. Entonces a partir de ese momento del año 2003, que ya me quedaban dos años como jugador porque me retiré en 2005, aprendí a sacar, y fue cuando me enseñaron a enseñar.

Es interesante éste punto, porque el jugador debe asumir que lo que sabe, lo que conoce y ejecutó (a veces durante muchos años, como fue tu caso) y que incluso lo llevó al lugar en el que se encuentra, es incorrecto y debe cambiarlo. Es un golpe fuerte pero sin autocrítica no podés asumirlo y en consecuencia no mejorás.

Exacto.

Ya que mencionaste los cursos de la FIVB, hoy comentábamos que a pesar de no ser extensos, de parecer escasos o muy sintéticos, por otro lado te aportan porque vienen personas que saben mucho y uno aprende incluso a partir de anécdotas o detalles que te cuentan.

Sí, claro. Las metodologías pueden ser muy diferentes pero son muy importantes las vivencias de cada jugador. Te decía hoy que aprendí a pararme y a sacar, estaba contentísimo, un tipo de treinta y seis, treinta y siete años aprendiendo a sacar, habiendo jugado en selecciones nacionales, es de locos. Pero son cosas que te alientan a tratar de capacitarte si tenés la disposición de seguir aprendiendo. Hay gente que piensa que con los años se le cierra el cerebro, pero a mí me parece que no, que siempre hay lugar, el saber no ocupa lugar como dice el dicho, y fue una experiencia notable para mí eso, y lo más notable todavía es que puedo contárselo a mis alumnos. Todos sabemos que enseñar vóley es muy tedioso, es difícil, entonces contarle eso a una chica o un chico que no sabe sacar es fantástico: «Bueno, tené paciencia, yo a los treinta y siete recién saqué bien.» Y le demostrás que se puede.

Licenciado en Análisis de Sistemas y Entrenador FIVB Nivel II. Jugaba al rugby hasta que un pasaje por Bohemios lo vinculó al voleibol. Luego pasó por Neptuno, Pelotaris de Paysandú, COETC y Universidad ORT Uruguay. Como entrenador dirigió en categoría juvenil a Bohemios, Nacional y Selección de Montevideo, y en categoría sénior a Universidad ORT Uruguay. Actualmente es el Coordinador de la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Voleibol (AUEV).