Voleibol vs. voleyplaya. ¿Amigos o enemigos?

Ahora que estamos inmersos en la temporada de voleyplaya nos gustaría empezar a publicar algunas entradas sobre el tema. Y que mejor forma que intentando buscar respuesta a una pregunta que crea mucha controversia:

¿Es posible compaginar la práctica de voleibol y voleyplaya o son deportes incompatibles?

Esto más que una pregunta es un conflicto donde cada uno tiene una opinión diferente y diferentes argumentos para defender una u otra postura. Muchos defienden la separación total, como si de dos deportes totalmente distintos se trataran mientras que otros apoyan la unión y el acomodo de las dos modalidades dentro de la misma temporada.

Con respecto a los jugadores, hay quienes se dedican sólo a su disciplina y no se plantean en ningún momento ni siquiera «acercarse» a la otra; otros ven el voleyplaya como parte de su preparación física para la temporada de pista o al voleibol de pista como una transición hasta la llegada del buen tiempo y la temporada de playa; sólo unos pocos, muy pocos, se dedican profesionalmente a ambos.

Dentro de estos círculos hay un grupo que ve una especie de rivalidad entre ambas disciplinas. Éstos son los que piden la completa separación; no quieren que exista relación entre uno y otro deporte y tratan de evitar que los de su entorno practiquen ambos, pues consideran que la transferencia de una modalidad a otra puede ser negativa en algunos aspectos, provocando diversos hábitos o vicios técnicos, al tiempo que suponen un riesgo de lesiones o cansancio, sin aportar ningún beneficio al practicante.

Desde nuestro punto de vista las cosas se llevan demasiado a los extremos en determinadas ocasiones, cerrando los ojos ante las posibles ventajas que nos pueda aportar nuestro «hermano deportivo». Vemos un enemigo que nos quita jugadores en lugar de un amigo que puede aportar algo más a nuestro desarrollo en el voleibol. No nos referimos a casos de jugadores que se dediquen profesionalmente a uno u otro deporte y que quieran compaginarlo, pues jugar de manera profesional ambos sí que sería realmente complejo, pero sí que lo vemos beneficioso para etapas de formación donde el jugador todavía tiene que desarrollar capacidades motrices y gran parte de su evolución se basará en practicar actividad física. ¿Y qué mejor que seguir evolucionando practicando en verano/invierno un deporte donde muchos de los gestos técnicos son exactamente iguales o muy similares? ¿No es acaso cierto que un mayor número de experiencias motrices en la infancia, sean del tipo que sean, van a favorecer el mejor crecimiento y desarrollo del niño a nivel coordinativo?

En etapas de iniciación no va a existir mucha diferencia entre ambos deportes: el jugador novel no ataca, no bloquea, son demasiado pequeños y poco desarrollados para acciones tan complejas a nivel físico y técnico. Nos basamos en el aprendizaje de los principales elementos técnicos, gastando nuestro tiempo en enseñar el toque de antebrazos, el de dedos y el saque. Estas acciones van a ser muy similares, o prácticamente iguales en ambas superficies. Progresivamente, con la mejoría técnica del jugador y el desarrollo físico-coordinativo, iremos poco a poco introduciendo nuevos elementos.

Y aquí es cuando empieza el verdadero conflicto entre playa o pista, pues las diferencias en la reglamentación implican un cambio en algunos gestos técnicos que pueden influenciar nuestro juego en una u otra superficie. En playa no se utiliza prácticamente el toque de dedos, con lo cual muchos entrenadores defienden el no permitir jugar a los suyos en playa para que no cometan los «vicios» que provienen de ella. Nos referimos a defender alto con manos agarradas, a fintar no utilizando los nudillos o golpeando el balón, a intentar abarcar más campo en defensa, realizar batidas de ataque hacia dentro del campo y con un sólo paso, etc. Seguro que muchos veréis más errores, pero creemos que estos pueden ser los principales. Mientras tantos los entrenadores de playa pueden ver los mismos errores pero a la inversa, jugadores que defienden de dedos, colocaciones abiertas, aproximaciones a la red con una batida incorrecta, etc.

La pregunta que planteamos es: ¿Son tan importantes estos cambios como para no permitir a nuestros jugadores jugar en ambos en ninguna categoría? Creemos que el principal problema es el de practicar ambos deportes durante el mismo periodo, cuando se solapan campeonatos y comienza la playa cuando aun nos queda por jugar la parte más importante de la pista. En ese momento sí consideramos un error simultanear ambas modalidades. Sin embargo, si hablamos de dos etapas diferentes, creemos que hace más bien que mal el compaginar ambos deportes.

En voleibol, por desgracia, ni somos tantos como para limitarnos nosotros mismos ni nuestros jugadores son tan profesionales, en la mayoría de los casos, como para no permitirles que disfruten de una u otra modalidad. Simplemente hay que hacerles entender que cada uno tiene su momento sin la necesidad de suprimirlo por completo. La elección de uno u otro vendrá dada por la coincidencia de ambos. En este caso, sí que es importante comprender que no resultan compatibles de manera simultánea.

¿Y qué pasa con edades ya adultas y jugadores profesionales? Muchos podrían (o no) estar de acuerdo con lo anterior, pero nosotros llevamos este planteamiento un poco más allá. Creemos que incluso en jugadores adultos podemos aplicar el mismo principio. Los jugadores de voleibol pasan mucho tiempo parados entre temporada y temporada (incluso hasta más de 4 meses) y el voleyplaya se muestra como una opción fácil de seguir jugando y tocando balón, al tiempo que supone una actividad lúdica. Al revés también es una opción asumible, pues el jugador profesional de playa en los periodos sin competición, que pueden llegar a ser bastante largos, podrá jugar en pista en cualquier equipo no profesional y entrenar dos o tres días para no perder ni la forma ni el toque.

Todo se basa en el planteamiento que hagamos. La diferencia es verlo como una actividad lúdica que ayuda a no desconectar completamente durante un periodo muy largo y no como algo que hacemos al tope de nuestras fuerzas. La razón es simple, no tendremos descanso, y nuestro cuerpo necesita recuperarse tras un periodo largo de esfuerzo. Por lo tanto, priorizar uno de los dos es la solución para los que quieran jugar ambos, sabiendo cuándo parar y cómo llevar la preparación.

¿Qué ventajas les vemos? En realidad muchas, pues hemos conocido jugadores de pista que tras su paso por la playa han conseguido un gran pico de forma; técnica y coordinación han mejorado de manera considerable y, de manera general, saben visualizar mejor el juego y adquieren nuevas destrezas a nivel táctico.

Incluso bajando un escalón más, no vemos malo que jugadores de pista jueguen posteriormente en playa torneos más «sociales», donde en lugar de jugar dos contra dos se compite en modalidades con más jugadores en el campo, como tres contra tres o cuatro contra cuatro, que son los casos más frecuentes y que resultan mucho más cercanas a la pista e incluso manteniendo, a veces, las mismas reglas. El jugador sigue manteniendo su físico, sigue trabajando su técnica y lo hace en un elemento mucho más lúdico y divertido como puede ser la playa.


Éste artículo fue publicado originalmente en Voley por el mundo

Ana María Vidal y Borja González
Ana María Vidal y Borja González
Entrenadores de Voleibol en Voley por el mundo

Ana María Vidal Bouza y Borja González Vicente son una pareja de entrenadores de voleibol. Tras muchos años compitiendo a nivel profesional decidieron dar el paso hacia el entrenamiento y desde entonces han pasado por España, Bélgica, Francia, Islas Cook, Nueva Zelanda, Guam e Islandia. Ana María es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el deporte y maestra en Educación Física. Borja es licenciado en Historia y con un Máster en Formación del profesorado. También son entrenadores Nivel II FIVB y de máximo nivel español, así como entrenadores FIVB de vóley playa. Han trabajado con las selecciones nacionales de Islas Cook, Guam y actualmente con la selección sub 17 masculina de Islandia. Son autores del libro Voley playa. Técnica y ejercicios y desde el año 2015, del blog Voley por el mundo, en el que comparten sus experiencias y su trabajo como entrenadores.