Debido a la forma en que evolucionaron los deportes amateurs en Estados Unidos, la mayoría de los deportes no giran en torno al sistema de clubes que se ve en Europa y el resto del mundo; en cambio, los aficionados más apasionados son casi siempre los de escuelas secundarias y universidades. En Estados Unidos, los deportes están tremendamente entrelazados con el sistema educativo[1].
Esto plantea algunos problemas[2].
Así que, teniendo en cuenta todo esto, me puse a pensar… eso siempre es peligroso y recientemente escribí otro artículo[3] relacionado con éste sobre lo que constituye el éxito. En cualquier caso, me puse a pensar en el voleibol de la escuela secundaria aquí en el estado de Illinois. En los 40-50 años que Illinois ha tenido voleibol, los mejores entrenadores son probablemente Peg Kopec, Rich Meyer, Teri Paul y Fred Rakers. Entre ellos, han acumulado (dos de ellos todavía están activos) más de 4.000 victorias. Sí, no es una errata. 4 entrenadores, más de 4.000 victorias, y los cuatro dirigían/dirigen programas con gran clase [no rompen las reglas, tienen un gran número de chicas que participan y en general destacan en la escuela, “exigen” a sus atletas distinguirse por su comportamiento y sus estudios, no sólo por el voleibol], lo que hace que el éxito sea aún mejor.
Entonces, ¿cuál es el problema?
En el caso de Kopec y Rakers, entrenaron en escuelas privadas, grandes, y ambos en áreas donde los deportes de viaje[4] despegaron rápidamente, proporcionando un impulso inmenso. Meyer y Paul entrenaron principalmente en escuelas pequeñas donde podían controlar el programa desde el sexto grado y en áreas donde el éxito temprano creó una tradición en la que todos querían crecer para formar parte del programa. 4.000 victorias: un éxito evidente. Y, de nuevo, deben ser elogiados por esto, ya que lo hicieron de la manera correcta. Eso tiene que quedar claro. Desarrollaron niños que tuvieron éxito en la cancha, en el salón de clases y luego en la vida adulta. Ganar-ganar-ganar.
Pero, ¿debemos juzgar la grandeza por el número de victorias de un entrenador? Si ese es el caso, eso significa que si ganas lo suficiente, se justifica cualquier/todo mal comportamiento de un entrenador: acoso, trampas, etc. También se pierde potencialmente una de las grandes claves de los deportes juveniles en Estados Unidos y por qué mantenemos su relación simbiótica con la escuela: bien hecho, el deporte es otra forma de enseñar y aprender. Bien hecho, el deporte mantiene el cuerpo sano y promueve el desarrollo mental, social y físico. Las lecciones que ofrece el deporte son amplias, variadas e inmensas.
Así que me puse a pensar en un par de entrenadores que conozco. Van a permanecer en el anonimato porque puede que los conozcan y eso es incómodo. Por lo tanto, van a ser “Entrenador H” y “Entrenador K” (también utilizaré el pronombre masculino, ya que es el adecuado para géneros mixtos/desconocidos —consejo de uso correcto del idioma español).
Entrenador H y Entrenador K, esos tipos no han llegado nunca a semifinales del Torneo Estatal. Entrenador H nunca ha tenido una temporada ganadora [con más victorias que derrotas]. Entrenador K tal vez registra .500 en su carrera [o sea, la misma cantidad de victorias y derrotas]. Éste es el problema con H+K. Ninguno de los dos está en una escuela grande y ninguno tiene niños lo suficientemente ricos como para jugar en un club[5], pero acaban teniendo que jugar con equipos de su región/conferencia donde la mayoría de los niños juegan en un club. Como pueden adivinar, ni H ni K han ganado su conferencia ni han pasado de la segunda ronda de la postemporada.
Y sin embargo, aquí estoy mencionando a estos dos como entrenadores exitosos, incluso mientras detallo un fracaso total y absoluto en ganar conferencias, regionales, o llegar a semifinales del Estatal. ¿Cómo es posible? Bueno, en el caso de Entrenador H, está en una escuela con menos de 100 alumnos. Hay 40 chicas en la escuela. Tiene más de 20 jugando en el programa de voleibol. Entrenador K está en una escuela de 150. Su escuela no está bendecida con muchos niños interesados en el deporte, así que sólo tiene 15 niñas en su equipo (que son el 20% de las niñas de la escuela). El asunto es que Entrenador K se puso de acuerdo con los otros entrenadores deportivos, así que esas 15 atletas son todas multideportistas. El 100% practica dos deportes como mínimo.
¿No son éstas mejores métricas para juzgar el éxito en el deporte juvenil/escolar? Parte del objetivo del deporte escolar debería ser la participación. Entrenador H tiene más de 20 alumnas en su programa. Llega a más del 50% de las alumnas, dándoles la oportunidad de aprender a trabajar en equipo y ofreciéndoles oportunidades de liderazgo.
Entrenador K tiene menos niños (no es culpa suya), pero todos los entrenadores de su escuela han elaborado calendarios que permiten a esos niños jugar en sus equipos escolares (voleibol, básquetbol, softbol o pista o ambos) durante todo el año escolar sin conflictos durante las vacaciones de verano. Esos niños están recibiendo una variedad de exposición a los deportes, capaz de evitar el “agotamiento” porque juegan a tantos diferentes. En algunos casos, los entrenadores han cooperado para que un atleta pueda practicar múltiples deportes en la misma temporada (campo traviesa/voleibol, animación/básquetbol, softbol/pista… sí, he dicho animación aunque no sea un deporte real).
Estos entrenadores merecen agradecimiento. Merecen reconocimiento. Conocen a entrenadores como H+K. Háganles saber que aprecian el trabajo que realizan a cambio de poca recompensa directa (todos los entrenadores saben que los beneficios y agradecimientos pueden aparecer años después).
Y no piensen que este tipo de entrenadores se limitan a ser “sólo” entrenadores de escuela. ¿Cuántos entrenadores hay por ahí dirigiendo clubes de bajo costo para que los padres no se arruinen intentando ayudar a sus hijos? Starlings[6], ¿alguno más? Consideren el número de entrenadores en la universidad que no tienen ninguna posibilidad de ganar títulos: ¿realmente creen que Caltech o MIT tienen los títulos como prioridad? La D-3 de la NCAA es una división entera de universidades que se supone que proporcionan una vida equilibrada entre el deporte y lo académico, una en la que la competición mejora la experiencia de aprendizaje.
Así que mientras entrenadores como Kopec, Meyer, Paul y Rakers merecen elogios por ganar, por su éxito —y sin duda, merecen todo el reconocimiento que han recibido— recuerden a los entrenadores en programas donde ese tipo de éxito en el marcador es casi imposible.
Entrenadores que trabajan para mantener a los niños involucrados académicamente —para recoger diplomas y títulos académicos, para hacer que los niños mejoren incluso cuando se resisten: ustedes son increíbles, son maravillosos. En los días en que estoy desanimado (todos los tenemos), pensar en personas como H+K me hace seguir adelante. Ninguno de nosotros cambiará el mundo de forma masiva con nuestro entrenamiento; lo que hacemos, si lo hacemos bien, es crear una docena de ondas cada año y luego esperar a ver los efectos cuando esos niños toman lo que les enseñamos, incorporan las lecciones a sus propios sueños y llegan a hacer cosas increíbles.
Sigan haciéndolo, sigan entrenando como lo hacen. La gente lo nota, incluso si no lo dicen los demás (como yo, culpable de los cargos) con la suficiente frecuencia.
Referencias
- ^ El deporte base en Estados Unidos se desarrolla en el sistema educativo. Los deportistas que aspiran a integrar equipos profesionales comienzan compitiendo en la escuela secundaria y luego en la universidad. Esto lo distingue del deporte europeo y sudamericano, donde los propios clubes deportivos forman a los jóvenes que aspiran a competir profesionalmente.
- ^ Enlace a un artículo que aborda un problema que el deporte universitario estadounidense arrastra desde hace décadas: que se pague a los atletas universitarios. El argumento principal es que los atletas, como protagonistas en una industria del entretenimiento multimillonaria tienen, de hecho, un valor que va más allá de las becas deportivas y los pequeños estipendios por el costo de asistir a la universidad. En consecuencia, cada vez más partes interesadas han pedido una solución sencilla para eliminar el incumplimiento endémico de las normas: que la NCAA abandone sus normas de amateurismo y restricciones de ingresos, y permita que los deportistas universitarios reciban una remuneración. Sin prohibición no habría mercado negro, lo que significa no más necesidad de subterfugios, intermediarios sospechosos o esquemas de regalos turbios. Y también sería mucho más justo para los atletas que trabajan bajo esas reglas.
- ^ Enlace a un artículo que tiene como objetivo hacernos pensar en cuál es la definición adecuada de una temporada o racha exitosa para un equipo universitario. Un argumento clave es que estos equipos están formados por estudiantes-atletas, por lo que es esencial tener en cuenta la tasa de graduación (es decir, el número de atletas que se gradúan en relación con el total de miembros del equipo) para definir un período como exitoso o no.
- ^ En sus inicios los “deportes de viaje” eran un extra para los deportistas juveniles: entrenamiento especializado de alta calidad por parte de expertos. Actualmente se refiere a la práctica del deporte de forma competitiva fuera de la temporada normal.
- ^ Los clubes proporcionan un entrenamiento más enfocado, más opciones de entrenadores y una mayor exposición a torneos. El costo promedio es de 8.000 a 10.000 dólares al año y las cuotas del club suponen entre el 40% y el 60% de ese costo. La principal razón por la que los padres envían a sus hijos a un club es para mejorar sus habilidades y aumentar así las posibilidades de obtener una beca deportiva universitaria. Sin embargo, el alto costo los ha convertido en tema de debate: jugar en el club durante 6 años cuesta entre 50.000 y 60.000 dólares, que son suficientes para pagar la matrícula en al menos un tercio de las universidades estadounidenses. En consecuencia, la idea de que se necesita un club obtener una beca o para pagar la universidad es cada vez más controvertida.
- ^ Starlings Volleyball Clubs es una organización sin fines de lucro que genera impactos positivos en la vida de las jóvenes de bajos ingresos y en situación de riesgo a través del voleibol, en Estados Unidos.
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Éste artículo fue publicado originalmente en Thinking Beyond the Box
Jim Dietz
Jim es entrenador de voleibol, empresario y escritor. Como entrenador principal en Lincoln Land Community College, llevó a su equipo a la semifinal de la NJCAA en 2015, 2016 y 2017 y a cuartos de final en 2018. Como entrenador asistente, formó parte del programa de Ohio State que alcanzó el título en la Big Ten Conference y la semifinal de la División I de la NCAA en 1994. Es el autor del blog Thinking Beyond the Box desde el cual ofrece una perpectiva diferente sobre distintos temas: voleibol, entrenamiento y liderazgo junto a otros como filosofía, historia o medios de comunicación. Como escritor, ha publicado más de 50 poemas, dos colecciones de poesía, cuatro novelas, así como dos textos de voleibol: Ni de broma ella no es una jugadora de voleibol y El lado humano del entrenamiento.